5 de abril de 2017

Capítulo 84

Parece que fue ayer. Sin embargo, ya habían transcurrido unas cuantas décadas desde que Razzi, Levi y Daniel se conocieron como investigadores en un hospital psiquiátrico en la ciudad de Buenos Aires. El edificio en donde trabajaban era de finales de 1800, pero el personal realizaba una labor impresionante y ellos querían utilizar técnicas muy avanzadas con todos los internos, así que parecía que el tener unas instalaciones antiguas no era un problema.

La política del centro era garantizar los derechos, identidad e individualidad de los enfermos. Los tres iban consiguiendo grandes avances en los terrenos de la neurobiología, psicopatología y relaciones psiquismo-cerebro, pero no eran suficientes para cubrir sus expectativas. Los directores del centro no estaban por la labor de incorporar nuevas técnicas. Por ello, los tres decidieron abandonar esa ciudad y montar su propio centro. Estaban dispuestos a poner en marcha un nuevo proyecto que iba a cambiar las técnicas empleadas hasta el momento en esa materia y obtener unos resultados fuera de lo normal. Querían la purificación y transformación de los habitantes de su “Cielo”, ya que no les gustaba llamarle hospital. Pensaron que el mejor nombre que podría definir el proyecto integral era  “Tratamiento K-thar-sys”.

Los tres socios buscaron su nuevo cuartel de operaciones, un lugar apartado de la civilización, por costes, así como para evitar la mirada de intrusos. El edificio les recordó a sus antiguas instalaciones de Buenos Aires, pero aún así invirtieron todos sus ahorros, además de pedir financiación al banco, para la compra de aquel antiguo hospicio y los terrenos extensos que configuraban la finca. 

Establecieron contacto, en los inicios de su nueva aventura profesional, con el Dr. Wayne J. Weiss. Muchos periodistas le confundían con otro médico psiquiatra americano afamado por sus teorías sobre la reencarnación, la regresión a vidas pasadas o futuras y la supervivencia del alma tras la muerte.  Wayne también apostó por este proyecto y se incorporó al equipo.

Durante varios años y hasta el momento presente, fueron contratando a médicos con una visión menos tradicional de los tratamientos para este tipo de pacientes. Destacaban, además de sus conocimientos sobradamente probados,  las ganas de apostar por nuevos métodos.

En la actualidad el edificio estaba en un estado bastante lamentable y las últimas lluvias torrenciales habían hecho estragos en la cubierta del edificio y en sus cimientos. Los frondosos jardines, llenos de árboles y vegetación  permanecían encharcados. En  la zona exterior opuesta, las dos barquitas y el puente pequeño de madera, se encontraban totalmente destruidos.

Los socios y el equipo de médicos que formaban el comité de dirección, se habían reunido hacia unos días para analizar la conveniencia de trasladar a los enfermos de K-thar-sys a una nueva ubicación, pero debían valorar muy seriamente si era más perjudicial la amenaza del derrumbe de algunas paredes y techos o cambiarles a un nuevo entorno. Era una decisión que habían valorado y que Palmira expuso sin dilación en la sala del consejo.

“Antes de nada os quiero comentar que estos días los internos están más nerviosos de lo normal. Les engañamos para que pensaran que Máximo les estaba ayudando y fueron observados por las cámaras ante una especie de asamblea que organizaron. Es como si tuvieran un sexto sentido y supieran que estamos pensando en trasladarles. La reunión se disolvió con el ruido de la sirena pero vamos a intentar descubrir qué están planeando. Les acabamos de dar de nuevo facilidades para realizar el seguimiento oportuno”.

Martín soltó una carcajada.  “Si ya os lo decía yo. Peligra nuestra integridad física. En una de estas ocasiones hacen realidad sus más sangrientos instintos tal y como los escriben. Lo mejor sería sedarlos”  Todos le miraron a la vez y él no pudo más que bajar la mirada y tragarse su orgullo. En el fondo deseaba que algunas de las cosas que los enfermos estaban escribiendo ocurrieran en la realidad para tener la razón.

Palmira le observó con desprecio y continuó “Como ya sabéis por el memorándum que mandé a todos los empleados,  y hasta que consigamos un nuevo lugar,  ocuparemos el hotel que dejó de estar en uso hace dos años. Se encuentra  únicamente a 10 kilómetros de nuestra ubicación actual y serán cómodos los desplazamientos entre ambos centros. Hemos conseguido un buen precio por el alquiler y además los dueños no realizarán preguntas.

Tengo la lista con las salidas. Creo que lo más conveniente es hacerlo de forma paulatina, pero ya tengo el orden más adecuado en función del perfil de los pacientes. Hay que esperar muy poco para terminar de poner en marcha las instalaciones, pero luego estará todo listo. El primero en abandonar este lugar será  RacTac. A continuación Perseo. Luego Aram. Fredic Mont. Trexa. Guille the La people. Lastrum. Tacones Cercanos. Vestigium. Vera Lu. Dakota. Ícaro. Mr. Marvic. Lastrum y Txiki. El último tendrá que ser Padawan que es el que ha interactuado con nosotros con mayor insistencia. De esta forma en 15 días habremos realizado el traslado completo”.

Mientras tanto, como en la  ocasión anterior con la ayuda de Máximo y evitando los controles de Robles, los internos se volvieron a reunir. La primera vez fue para conocer lo que podía suceder con sus vidas y las de los otros, pero fue interrumpida al escuchar la sirena de la ambulancia. Esta vez eligieron una sala con una terraza desde donde se veía el puente y las barcas destrozadas, y de vez en cuando se posaban palomas en la barandilla.

Fueron entrando con golpes en la puerta, según la señal acordada por los que así mismos se llamaban “los avatares”. Dos golpes cortos y tres largos ¡Toc  Toc   Tooooc  Tooooc  Tooooc! Poco a poco la sala se llenó de ruido y de un murmullo digno del centro donde vivían.

Padawan comenzó a hablarles “Chicos, no tenemos mucho tiempo. Ayer la Jefa de Servicio, la que siempre está pendiente de Andrea, se dejó en el mostrador un papel y disimuladamente me lo llevé” 
Los asistentes a coro dijeron  ¿Y qué ponía?

“A ver si recuerdo todo, pues por miedo a ser descubierto me comí la hoja. En el asunto del memorándum ponían una serie de números  3001, 2105, 0604, 1710… y cosas relacionadas con un cambio de lugar. Luego leí algo así como nueva técnica KTS y que pondrían en marcha un experimento. Iban a coger todos nuestros escritos y nos convencerían para que pensáramos que iban a escribir un libro con ellos. Que hay algo que se llama, ummm, ¿Cómo era?   Ummm,   me sonó a brasileño, parecido a un río que estudié cuando era pequeño…. Ah, ya recuerdo. Lo llamaron Amazon y que las personas de todo el planeta lo podrían comprar y leer”

Hacía unos días que José, el conductor de ambulancias, había incorporado a un nuevo habitante. Todos los internos le veían como un topo, alguien que les iba a espiar desde dentro y les contaría a los doctores lo que hablaban entre ellos. No confiaban en él. Desconocían que desde las cámaras escondidas convenientemente en todo el edificio no había secretos de nadie, incluso de los médicos.


By Vestigium
Vestigium

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