La
sorpresa de Máximo fue mayúscula al recibir la nota de Gerardo. ¿Cómo lo había
localizado? Él no le había dicho donde se hospedaría porque ni siquiera lo
sabía. Todo lo relacionado con su identidad y alojamiento en Venecia se lo
había enviado Robles a través de un mensaje que recibió al embarcar y que
recordaba perfectamente:
“Teniente, acabo de recibir un mensaje de la central.
Por nuestra seguridad debemos alojarnos en hoteles diferentes. En el aeropuerto
habrá un conductor mostrando un cartel con el nombre de Alejandro Bautista.
Acuda a él y le trasladará a su hotel. A partir de ese momento usted tendrá esa
identidad en Venecia. El conductor le facilitará la documentación que le
acreditará. Cuando estemos instalados nos pondremos en contacto a través de
correo electrónico y recibirá nuevas instrucciones. No intente hablar conmigo
hasta que estemos en nuestros respectivos hoteles”
Este
detalle le paralizó ya que podía significar que la seguridad de la operación
estaba en juego.
Tal
como le confesó el propio Gerardo, hace mucho tiempo que dejó Europol y ahora
se dedicaba a la hostelería.
A
nadie se le escapaba que, una vez fuera de los circuitos oficiales, es muy
difícil conseguir información y recursos
para investigar cualquier operación y menos una de este calado.
Entonces
¿cómo sabía de su alojamiento si, además llevaba asociado un cambio de
identidad desde su llegada? ¿Cómo había podido conseguir esa información?
¿Había un topo en Europol? ¿O realmente Gerardo no le dijo la verdad cuando se
puso en contacto con él?
Estas
y otras preguntas se agolpaban en la mente de Máximo y eso hizo que,
prácticamente, no pudiera dormir.
“Divide
y vencerás” era la frase recurrente que, sin querer, acudió a su mente durante
esa larga noche.
Estaba
despierto, en la terraza de su habitación viendo cómo el sol pedía paso para
llenar el día de luz, cuando pensó que tal vez Gerardo no le había dicho la
verdad.
Todavía
no sabía por qué pero parecía que estuviera intentando generar desconfianza
entre los máximos responsables de la resolución de todos los hechos que habían
ocurrido en la familia Caelum y del rescate de Palmira.
Y,
en ese momento, la responsabilidad recaía en el capitán Robles y en él.
Con la información de que disponía, se le
hacía muy difícil pensar cuales podían ser las verdaderas razones de Gerardo
pero estaba dispuesto a averiguarlas.
Acudiría
a su encuentro al Ponte dei Tre Archi a la hora convenida, tal como le había
pedido en su nota.
Cuando
Trexa finalizó el capítulo que tenía asignado, se encaminó a la sala acordada
para acudir a una nueva reunión de avatares.
Allí
estaban todos con sus cuadernos y bolígrafos, los mismos que utilizaban para escribir “su novela”, esa historia que
visualizaba cada uno a su manera y que, misteriosamente, parecía que seguía un
guion.
En
la reunión anterior, Perseo les había dicho que tenían que actuar, lo que no
les había dicho era ¿por qué? ¿Cómo? ¿Para qué?...
Habían
visto la reunión que habían mantenido “los doctores” y estaban expectantes.
Solo
Andrea les había enviado una señal, a través de Padawan, para que siguieran con
sus cuadernos, para que siguieran con Ktharsys.
Los
avatares sabían que había llegado la hora; tenían que empezar a tomar decisiones,
y una de ellas era cómo dar a conocer su historia al resto del mundo.
Todo
aquel que quisiera podría saber todo lo que ellos imaginaban cada día.
By Trexa
Trexa |
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