El camino de vuelta se hizo largo
para Andrea. Le venía a su mente continuamente la voz de Macarena diciéndole
una y otra vez:
- ¡Andrea,
por favor! ¡No me dejéis aquí! ¡Volveeeeeed!
Se seguía sintiendo culpable de
que Macarena hubiese asumido ese cargo de responsabilidad que él por cobardía
dejó de asumir en un momento dado. Algo sí sentía en su interior, y es que
había podido salvar a Palmira y a su
criatura, situación de la que en realidad no entendía nada en absoluto.
Gracias a sus averiguaciones en
el hospital y a conversaciones con algunos de los trabajadores del mismo, pudo
dar con la pista que le llevó a Palmira
y a Macarena.
Recordó la conversación que tuvo
con ese hombre que no le causó buena impresión en el mismo momento que entró en
el hospital y preguntó por la habitación de Palmira. Su aspecto le pareció
sospechoso, aunque no comprendió muy bien el motivo.
El batín que vestía el susodicho
no concordaba con las terminaciones en color que tenían el resto de los
trabajadores, pero Andrea no le dio importancia a tal detalle cuando encima
tenía lo que tenía. Grabado en la bata de este celador figuraba el nombre de Héctor T. Eso hizo que le llamara la
atención, y más aún cuando Andrea le preguntó por la habitación de Palmira y éste
le dijo en voz baja y prácticamente al oído: “estás a tiempo para cambiar lo que va a suceder “.
Esta frase le hizo recordar a
Andrea el último libro que había cogido de la estantería de su casa, en la que
se había aislado del mundo entero, que por título llevaba “Cambia para Cambiar el Mundo”.
Después de su lectura, llegó a la conclusión de que tenía que ser él el que
diese el primer paso para poder salir de esa zona de confort en la que se había
enclaustrado y olvidado de toda responsabilidad. Fue el remate final para tomar
una decisión. ¡Ahora o nunca! Y así se dijo: ¡es el momento!
La familia Caelum durante años
había depositado su confianza en él y no podía fallarles, si lo hiciese es como
si se fallese a él mismo. Cuando Andrea llegó a la habitación, y se dio cuenta de
que ni Palmira ni Macarena estaban allí, por un momento pensó que no entendía
nada de lo que estaba sucediendo.
Recordó la frase que
prácticamente al oído le había susurrado el celador, y enseguida fue en su
busca. En el mostrador principal del hospital preguntó por el celador Héctor T., y la mujer que en ese momento
ocupaba el lugar en el mostrador le dijo: “no hay en el hospital ningún
trabajador registrado con ese nombre”. A continuación, Concha Z. le dijo: “debe estar equivocado, señor. Ha debido ser
un error, está usted muy nervioso, tranquilícese”.
Desde el interior del hospital y
en el lateral de uno de los jardines que lo rodeaban vio a este hombre por el
que estaba preguntando. Y lo más sorprendente es que le hacía raros aspavientos
para que se dirigiese hacia donde él se encontraba.
Andrea no estaba muy seguro de
dar ese paso, pero por otro lado, ¿qué tenía que perder ya a estas alturas? Se
dirigió hacia él y en ese mismo momento y sin tan siquiera pedirle
explicaciones, este hombre le dijo:
-
sé dónde
se encuentran tanto Palmira como Macarena, puedo guiarle hasta allí, yo tampoco
tengo nada que perder… -
Andrea no se lo pensó dos veces y
convenció a Alison, que todavía estaba postrada en las escaleras esperando una
bocanada de aire fresco.
Todas estas imágenes recorrían la
cabeza de Andrea mientras efectuaban la huida del lugar en el que habían retenido
a Palmira y a Macarena. Esta última no se le iba de la mente, y algo le decía que
algo dentro de sí había brotado.
De repente, mientras se acercaban
al vehículo todoterreno en el que habían llegado a ese lugar, se paró en seco a
sabiendas de que estaban lejos del peligro y le preguntó al celador:
-
“¿por qué
has hecho algo así, si ni tan siquiera te lo pedí?”.
Éste sin demora le respondió:
-
“Hay
alguien que lo hizo antes de que usted llegase, y además, éste era conocedor de
su aparición”.
Después de esto, Andrea volvió a
mirar hacia atrás, donde Macarena se había quedado sola y se dijo:
- Tu lado está al lado de Palmira, ella te necesita y yo no te abandonaré
-.
Andrea era consciente de que ya
la había dejado a su suerte en una ocasión y no lo volvería a hacer…
By Tacones Cercanos
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