6 de marzo de 2017

Capítulo 54

Alison andaba tan imbuida en sus propios pensamientos que no oyó que la puerta se abría. 
Buenos días ¿es usted Alison?
Por poco se le sale el corazón por la boca. Un hombre con un traje azul y un abrigo marrón en el brazo estaba al lado de la puerta, dentro de la habitación. 
¿Quién es usted? ¿cómo ha conseguido entrar? ¿qué quiere? dijo aterrorizada Alison.
Tranquila, me llamo Berto Berdardi, trabajo en Studio Legale Caddeu & Associato. Soy el abogado que lleva personalmente la gestión de la herencia de Razzi y Levi Caelum, pero no estoy aquí por ese asunto.
Hace 3 semanas Razzi vino a verme y me entregó una carta para sus hijas, otra para usted y varias cartas para personas muy cercanas a la familia. Me pidió expresamente que las custodiara en una caja fuerte y las entregara sólo en el caso de que ella y su marido fallecieran.
Cuando oí en las noticias que habían sido asesinados y que su hija estaba grave en el hospital, me imaginé que las personas a las que tenía que hacer entrega de la carta estarían aquí. Por eso he venido directamente y sin avisar.
Abrió el maletín negro de piel que llevaba en la mano y le entregó un sobre. Reconoció inmediatamente el sobre. Era el que utilizaba Razzi para sus cartas personales y, no había duda, la letra manuscrita era la Razzi y simplemente ponía “A la att. de Alison”.
Se disponía a abrir la carta cuando de repente se abrió la puerta con un gran estruendo. Entraron a la carrera una mujer con el pelo largo muy rubio y un hombre con una gabardina. No pudo ver los ojos del hombre, llevaba unas gafas oscuras, pero la mujer parecía aterrorizada y tenía signos de haber sido agredida. 
Sin tiempo a que Alison pudiera reaccionar. El hombre se lanzó hacia el teléfono que había en la habitación y marcó un número. Enseguida le cogieron el teléfono.
Capitán Robles, estoy en el Hospital SS, Giovanni e Paolo, en la habitación de Palmira. Conmigo está Macarena. Llegué justo a tiempo y conseguí rescatarla, iban a matarla. En el forcejeo perdí el móvil, así que me puede localizar en este número de teléfono. 
Sí, sí descuide esperaré a que venga el enlace en Italia, el Teniente Cervino. No se preocupe. He visto que hay un par de policías italianos, vestidos de paisano, en la planta. Ahora mismo les trasmito sus instrucciones.
Una vez colgó el teléfono, desde la puerta llamó a una enfermera. 
Por favor, venga. Tenemos una urgencia. Soy el Teniente Máximo Alonso enseñándole la placa. Llame al médico inmediatamente. Esta señorita ha sufrido una agresión y está en estado de pánico y yo tengo unos rasguños de arma blanca en el brazo.
Acto seguido salió de la habitación y se a dirigió a los policías de paisano que estaban en el pasillo y los indicó que se apostaran en la puerta y no dejaran pasar a nadie salvo que él lo autorizara.
Ya más sereno entro en la habitación y se dirigió a Macarena.
Macarena, por favor, siéntate. El médico va a venir ahora a verte. 
Macarena como una autómata, sin decir palabra y con la mirada pérdida, obedeció y se sentó.
Acto seguido, le pidió a Berto Berdardi que saliera de la habitación y esperara fuera hasta que saliera a buscarle.
Buenos días Alison. Me llamo Máximo Alonso y trabajo para la Europol. Seguramente hayas oído hablar de mí. He sido durante 3 años el protector de Palmira y, como sabes, me enamoré perdidamente de ella, un error que he pagado muy caro. Una gran tristeza empañó sus ojos. 
Me infiltré en la organización para obtener información sobre K-Thar-Sys. Desde hace unos 3 años estamos investigando a todos los miembros de esta sociedad secreta. Sabemos que varios de ellos, todavía no identificados, han formado una liga de asesinos sin escrúpulos que se hacen llamar los Poncianos, bajo el paraguas y anonimato de K-Thar-Sys, y que están trabajando para hacerse con el control total de las diferentes redes mafiosas que trafican con personas, drogas y armas entre el Medio Oriente y Europa, pero sus planes son mucho más ambiciosos. 
En poco tiempo los Poncianos tomaron el control de K-Thar-Sys sin que los padres y el tío de Palmira pudieran hacer nada. Desde entonces ellos y todos  nosotros hemos estado corriendo un grave peligro. Los padres de Palmira han intentado manteneros al margen de todo lo que estaba ocurriendo.
By Lastrum
Lastrum

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