3 de marzo de 2017

Capítulo 51

Macarena ya había desaparecido entre la multitud en la T4 de Barajas. Pero José, lejos de regresar en su taxi a Sevilla, aún tenía cosas por hacer en Madrid, entre ellas, un encargo que cumplir. Ella no era la única que iba a abordar vuelo en Barajas hacia Venecia.

José se apostó cerca de las escaleras eléctricas donde el tren de Cercanías llega al aeropuerto. Allí, oculto entre el movimiento de personas y maletas, debía cerciorarse de que la segunda persona que esperaba abordara el avión.

Pasados 7 minutos apareció, bajándose del primer vagón del tren que arribó a la estación. Caminaba rápido, enfundado en una gabardina y usando sombrero y gafas de sol. ¡Oh Máximo! A cualquiera engañaría, pero no a los Poncianos.

Le siguió a una distancia prudente, vio cuando se acercó a Macarena en la fila de abordaje y luego cuando uno después del otro desaparecieron de su vista.

Tal y como estaba previsto. ¡Máximo es tan previsible!

Salió de la T4, abordó su taxi y se dirigió al centro de Madrid. ¡La Gran Vía era parada obligatoria cuando venía a la capital! En Calle Valverde dejó su taxi aparcado en el espacio reservado para él y se dirigió al sur, a su restaurante favorito a un costado de la Puerta del Sol.

Con una copa de vino a medio tomar, hizo una llamada.

-“En este momento debe estar despegando el vuelo. Yo ya terminé mi labor acá”.

-“Si, los vi abordar, uno detrás del otro. Su modo de andar le delató desde que lo vi bajarse de Cercanías. Es de esperar que en avión hagan contacto, pero eso lo informará Josué quien va en el mismo vuelo”.

-“Perfecto, el taxi queda a disposición en Valverde, en el lugar de siempre. Le dejé mi tarjeta a ella, si estoy en lo correcto, me contactará. Estaré acá en la ciudad a la espera de los acontecimientos”.

- “Es de esperar que las acciones de los Caelum caigan en Bolsa. Nadie querrá nada con esa empresa luego de lo que suceda estas semanas con esa familia. La apuesta ha sido fuerte, pero esperamos pronto los réditos de la inversión que estamos haciendo”.

-“Venga, por lo pronto, ¡salud!”


José cortó la llamada y se dispuso a terminar el vino que quedaba en la copa. Era un día esplendoroso en Madrid, y vendrían mejores conforme se fueran dando los acontecimientos. 

By Fredic Montt
Fredic Montt

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