Durante aquella larga
conversación telefónica mantenida con Robles y la posterior videoconferencia
con los agentes de la Europol, el capitán se había comportado con naturalidad.
Mostró mucho empeño en la búsqueda de soluciones, mucho ímpetu a la hora de
proponer la estrategia a seguir… Máximo, no quería creer que su capitán fuese a
traicionarle, aunque en el momento en el que se encontraban y tras todos los
acontecimientos vividos, dudaba ya de todo el mundo. Tanto que hasta incluso en
alguna ocasión llegó a dudar de la mujer a la que amaba, y pensar que Palmira
podría tener más información de la que decía tener.
Mientras observaba a esas parejas
de enamorados a las sombras de los farolillos de las góndolas, Máximo no podía
quitarse de la cabeza a Palmira. Sólo podía pensar en los años de felicidad que
vivieron juntos en Sevilla. En los paseos de la mano, en los helados
compartidos… y en tantas y tantas veces, que él se sentía culpable y angustiado
por no desvelar realmente a Palmira quien era verdaderamente y cuál era su
profesión real, por no ponerla en peligro.
<<¡Qué ingenuo!>> -
pensaba - <<ponerla yo en peligro, ¡¡con todo lo que hay ahora
montado!!>>
“¡Toc ,Toc!” – golpean la puerta-
-
Servicio de habitaciones Señor Bautista. Le
traigo la cena que ha solicitado.
-
Adelante- afirma Máximo mientras abandona la
terraza donde llevaba un buen rato
tomando el aire y ordenando sus ideas.
El camarero deja sobre la mesa de
la habitación una bandeja cubierta por una tapa plateada con detalles dorados.
Ya sin abrirla desprendía un olor delicioso, tanto que a Máximo se le estaba
“haciendo la boca agua” de pensar en su plato de “vermicelli con le vongole”.
Máximo coge la bandeja y la lleva
a la terraza, para poder disfrutar de su cena al tiempo que también lo hacía de
aquellas vistas nocturnas con góndolas, farolillos y parejas de enamorados.
Levantó la tapa y comenzó a
cenar. Disfrutó con gusto del delicioso manjar, hasta que de repente, una
paloma apareció en la barandilla de la terraza batiendo las alas de tal modo
que Máximo se levantó de golpe del susto, lo que hizo que la mesa y todo lo que
en ella había se tambalease. Por suerte nada se cayó al suelo.
-“¡Uys! ¡Menudo susto más tonto
me has dado! ¡Lárgate palomita! ¡No hay nada aquí para ti!”- Dijo en voz alta
Máximo mientras se dirigía a la paloma, con una sonrisa quizás incrédula de
haberse sorprendido a sí mismo “asustándose” por la aparición de aquella ave.
Al sentarse de nuevo a la mesa,
observa un papel debajo del que había sido el plato de su cena. Tira de la
esquina, desdobla y descubre una nota escrita a mano:
“Estoy en Venecia. Nos vemos mañana en el “Ponte dei Tre Archi” a las doce del mediodía. Gerardo.”
Eran ya casi las 2 de la
madrugada, y Máximo preveía que iba a ser una noche de insomnio. ¿Qué
información quería pasarle Gerardo? ¿Habrá algo de cierto en lo que respecta a
sus indicaciones sobre Robles? ¿Por qué se había dado tanta prisa ir a su
encuentro?
By Aram
Aram |
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