Macarena por fin atisba a lo
lejos el aeropuerto de Barajas. Tras casi 6 horas de un trayecto en el que
apenas el miedo le dejó dormir, la carrera en taxi llegaba a su fin.
Una vez en el aeropuerto, el
taxista que hasta el último momento del recorrido la cuidó como si fuera su hija, la acompañó a
la puerta del embarque y le deseó toda la suerte del mundo. Le dio una tarjeta
con sus datos personales y se ofreció para ayudarla en lo que estuviera en su
mano si en otra ocasión lo necesitara. Macarena no sabía cómo agradecerle lo
que había hecho por ella, y espontáneamente le dio un afectivo abrazo como si
de toda la vida lo conociese y se despidió. A los dos segundos de marchar, Macarena
se paró y se giró:
-
- ¡Qué maleducada soy!, tanto que has hecho por mí y ni
siquiera me he presentado. Mi nombre es Macarena.-
- ¡Tranquila!, con lo que tienes encima es totalmente comprensible.
Encantado Macarena, como podrás ver en la tarjeta, yo soy José, ¡que tengas
buen viaje!
-
- Gracias y encantada, José.
Pasado el control de embarque,
con el trasiego de gente y el ruido que hacían con sus maletas, comenzó a
sentirse de nuevo muy abrumada e insegura. Decidió sentarse frente a la puerta
de embarque, cerró por unos instantes sus ojos, todo parecía ir muy deprisa,
levantó la cabeza, abrió los ojos y mirando hacia arriba por un momento pareció
sentirse algo más relajada. Con un largo suspiro, volvió a bajar la cabeza
mirando a su alrededor. De repente a lo lejos,
le pareció ver una forma de caminar que le resultaba familiar acercándose
a ella. Llevaba gabardina, sombrero y gafas de sol, como si quisiera ocultar su
identidad. Antes de que pudiera llegar a ella se abrió la puerta de embarque y
Macarena que estaba de las primeras, sintió unas ganas terribles de entrar al
avión y de un salto se dispuso a entregar su acreditación.
Ya sentada en el avión, un
sentimiento de alivio invadió su cuerpo. Por fin un momento de tranquilidad,
del que podría disfrutar durante 2 horas y 25 minutos hasta que llegara a su
destino.
El avión inició el despegue
y se giró hacia la ventana, ¡le encantaba mirar por la ventana mientras
despegaba! Cuando el aviso de que se podían quitar los cinturones se puso en
verde, su compañero de asiento se levantó dirigiéndose hacia el baño. Segundos
después, notó como una persona se sentó a su lado.
- - ¡No te gires! Le dijo una voz masculina.
Macarena comenzó a temblar e
hizo amago de girarse.
- - ¡No te gires por favor! solo escúchame, no quiero
que nos relacionen. Macarena, soy Máximo, tengo que contarte algo.
- - ¡Máximo! ¿Qué haces aquí?, no sabía de ti desde hacía tiempo. ¿Por qué no nos pueden relacionar? ¿Qué ocurre?
- - Tenemos poco tiempo Macarena y tengo que contarte
algo. Te vi entrar en la cafetería de enfrente de tu casa y saliste corriendo,
por lo que decidí seguirte.
- - No entiendo nada Máximo. ¿Por qué me seguiste?
- - Porque intuí que algo ocurría con Palmira y tarde o
temprano te verías involucrada. Acudir en su búsqueda a Venecia fue un error.
Me dejé ver por quien no debía. En cierto modo mi papel de protector se vio
comprometido y os puse en peligro. No tuve más opción que fingir mi muerte y
desaparecer.
- - ¿Fingir tu muerte?, ¡Máximo me estás asustando!
- - Macarena, tengo que
volver a mi sitio, de momento no puedo contarte más y no pueden vernos
salir del avión juntos.
El acompañante
de asiento de Macarena llegó a su sitio y Máximo pidiéndole disculpas se alejó
hacia la cola del avión.
By Vera Lú
Vera Lú |
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