18 de enero de 2017

Capítulo 7

La puerta comenzó abrirse, el corazón le latía tan fuerte que parecía tenerlo fuera del cuerpo; de pronto no podía respirar, se estaba ahogando; utilizó toda la energía que le quedaba para tratar de levantarse, de romper las ataduras que la tenían postrada en la camilla.

Por fin, abrió los ojos y sacó la cabeza del agua de la bañera.

Otra vez esa horrible pesadilla que la acompañaba había vuelto a repetirse, solo que esta vez había alguien en la habitación de al lado, cuya voz no le era del todo desconocida.

Palmira había borrado aquel fatídico día de su mente, o eso creía ella. Había acudido a multitud de terapias y especialistas para sobreponerse. Sin embargo ese maldito sueño seguía ahí.

Una vez hubiera tomado posesión de su nueva responsabilidad tenía previsto visitar al Dr. Weiss para que, a través de la hipnosis regresiva, la ayudara a cerrar ese capítulo de su pasado que tanto sufrimiento le estaba provocando.

Su tutor, Isaac Caelum, un hermano de su padre por quien sentía debilidad, desconfiaba de aquellos que utilizaban la hipnosis como terapia  por lo que ella no había explorado antes esta vía.

Ahora, con la muerte de Isaac, estaba firmemente decidida a hacerlo.

Él había sido quien se había ocupado de ella y no solo en lo referente a las cosas materiales, también le había procuraba todo el amor que sus padres parecían negarle.

A pesar de haber tenido todo cuanto deseara, Palmira había acusado tremendamente la ausencia de sus padres, con los que mantenía contacto esporadicamente a través de las cartas que éstos le enviaban.

Ella no había sentido su presencia, su calor, sus besos y abrazos, ni siquiera, sus consejos cuando entró en la adolescencia y se sentía tan perdida.

Estaba ensimismada en sus pensamientos cuando se percató del lugar donde se encontraba.

Andrea le había llevado al Palazzo, que ya le anunciara su padre, y le había dicho que estuviera lista a las 20:30 para la recepción que se celebraba en su honor.

¡Andrea! No podía olvidar esos ojos azules que, cada vez que la miraban, la sobrecogían.

Hacía mucho tiempo que no se sentía así, tal vez porque también hacía mucho tiempo que nadie la había mirado así.

Tenía debilidad por los hombres morenos con ojos claros y si, además tenían ese desparpajo natural, eso la inquietaba sobremanera.

A pesar de conocer su tremendo atractivo personal, Palmira no se manejaba bien en las distancias cortas, sobre todo con los hombres pero, en este caso, se había propuesto mantener la situación bajo control.

¡Tengo que darme prisa o no llegaré a tiempo!

Abrió el enorme armario que había en su habitación, y se quedó boquiabierta; había preciosos vestidos y joyas bellísimas, por lo que no le resultó fácil elegir.

El baño, finalmente, la había relajado y estaba impaciente por conocer a las personas que, a partir de ese momento, iban a formar parte de su nueva vida.

De repente, encontró sobre una mesita una carta con su nombre y reconoció inmediatamente la letra de su madre.

Toc, toc, 

- Srta. Palmira, el AMO la espera.

By Trexa
Trexa

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