15 de enero de 2017

Capítulo 4

Intentó abrir los ojos pero se negaban a obeceder.

Se sentía aturdida, como si una nebulosa ocupase todo su cerebro y fuera incapaz de coordinar sus sentidos. En la lejanía, podía percibir una especie de letanía que se repetía constantemente, como la gota que golpea la roca y, a base de constancia, consigue romperla.

Agudizó el oído…¿Eran sollozos lo que escuchaba? Intentó moverse más…tampoco lo consiguió. El corazón comenzó a latirle con demasiada fuerza, notaba como le palpitaban las venas de la sien.

¡Palmira, respira hondo, estás teniendo una pesadilla! -se dijo- ¡Tranquila, estás sufriendo una parálisis del sueño! ¡Tiene que ser eso!

De repente, sintió como se le congelaba la vida, cuando una corriente de aire le susurró:

-¿Acaso no vienes a servir al amo?

- Andrea, ¿eres tú? -preguntó al vacío- El silencio fue la respuesta.

- ¡Despierta! Intentó gritar, pero lo único que conseguía era balbucear, la tartamudez había regresado. Desde lo sucedido a los seis años cuando Isaac, su tutor, la encontró, de madrugada en el jardín, aturdida y llena de arañazos, cada vez que se estresaba, su cerebro y su boca se negaban a coordinarse. Nunca supieron qué le había pasado, su mente guardaba, en algún recóndito lugar, la memoria de un suceso que jamás debió ocurrir. La tartamudez era el mudo testigo que le recordaba que, algún día, todo volvería a empezar de nuevo, quizá en otro jardín, quizá en otra ciudad.

¡Despierta Palmira! Otra vez los sollozos.

- Hola, ¿hay alguien ahí?        

- ¿Alguien ahí?

- ¿Quién eres?             

- ¿Eres?

- ¿Qué lugar es este?              

- ¿Es este?

- Por favor, ¡no te burles, estoy asustada!                 

- Burles…asustada

- ¿Conoces a Andrea?                        

-  Shhh

- ¿Por qué? ¿Qué ocurre?       

- Se enfadarán y en la bañera te meterán

- ¿Dónde estás?          

- Al lado del otro que está bajo quien farfulla en las noches

- No te entiendo

Una especie de fogonazo la hizo callar, algo la había deslumbrado en su impuesta ceguera. ¿Y si estaba despertando? ¡Sí! Seguro que era eso. Se concentró en sus párpados y, poco a poco, comenzó a notar como estos temblaban levemente.

-¡Despierta Palmira, un pequeño esfuerzo más! Podía ver una delgada línea de luz a través de sus pestañas. Abriría los ojos de par en par y estaría en la habitación del Palazzo. Se dio cuenta que no recordaba cómo era. Sonrió. ¡Menuda pesadilla había tenido! Se echó las manos a los ojos para frotarlos y despabilarse pero no pudo, aún no le respondían. No pasaba nada, no era la primera vez, conocía muy bien lo que era capaz de hacer la parálisis del sueño. Recordó las vacaciones en Marbella con Rina, cuando se despertó gritando y los vecinos de la habitación de al lado habían llamado a recepción. Esa fue la primera vez, y por desgracia, no la última.

-¡Despierta ya! Y abrió los ojos. Estaba tendida sobre la cama, aquello no parecía la habitación de un Palazzo. Seguía sin poder mover los brazos. Giró la cabeza hacia abajo y, desconcertada, descubrió que llevaba puesta una camisa de fuerza.


By Hraeslvelgr

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