Sentado en el Paparazzi
29 Club House, cerca de La Valeta, Malta, Máximo se notaba un poco más
relajado. Los eventos se habían sucedido uno tras otro de forma trepidante y
desde el encuentro con Gerardo en el Ponte dei Tre Archi en Venecia, todo
parecía volver a la normalidad.
Las operaciones de
contraespionaje en Madrid y Venecia habían cortado la red de comunicaciones de
los Poncianos y se esperaría que los golpes asestados debilitaran el cerco que
habían estrechado sobre Palmira, K.. y los avatares, quienes inesperadamente
habían irrumpido en la historia convirtiéndose en objetivos deseados.
Sin embargo, el tema
pendiente con Robles y con Gerardo le tenía desenfocado. Aún no confiaba en
ellos, pese a la magnitud de las operaciones realizadas. Sobre sus hombros
había recaído la mayor parte de la responsabilidad de la operación Caelum y
eso, aunque le emocionaba por poder estar pendiente de Palmira, a la vez le
inquietaba.
¿Se convertiría él en el
próximo ‘cabo suelto’ de la trama? ¿Qué papel debería jugar luego que
finalizara la operación en favor de los Caelum? ¿Tendría la oportunidad de
luchar por el amor de Palmira y volver a las tardes soleadas de verano en
Sevilla con ella?
Mientras divagaba en esas
preguntas, entró una llamada a su móvil.
“Aquí Máximo.”
“Hola Máximo, te habla
Andrea. Necesitamos tu ayuda”.
“Antes que nada, dime
como están Palmira y la bebé”.
“Ellas bien, no les ha
faltado nada, yo me he encargado personalmente de ello”.
Máximo arruga la cara al
escuchar eso.
“Dime que necesitas de mí.”
“Voy a salir de viaje y
necesito que estés con ellas, para protegerlas. Estamos en una zona segura pero
estaré más tranquilo con alguien de confianza que las acompañe.”
¿Dónde están?
“Estamos en el Schloss Ringberg, cerca de
Rottach-Egern, 50 kilómetros al sur de Munich en Alemania. Aquí estamos a
salvo, por el momento. Por eso es que necesito viajar pronto y que estés acá lo
más pronto posible.”
La mente de Máximo dibujo
el camino a seguir: estar con Palmira, aclarar todo.. empezar la operación
‘Reconquista’.
“Allí estaré mañana
mismo”, dijo al tiempo que cortaba la llamada. Sonrió esperanzado en que pronto
terminaría esta etapa de separación de su Palmira.
By Fredic Mont
Fredic Mont |
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