Parece
que fue ayer. Sin embargo, ya habían transcurrido unas cuantas décadas desde
que Razzi, Levi y Daniel se conocieron como investigadores en un hospital
psiquiátrico en la ciudad de Buenos Aires. El edificio en donde trabajaban era
de finales de 1800, pero el personal realizaba una labor impresionante y ellos
querían utilizar técnicas muy avanzadas con todos los internos, así que parecía
que el tener unas instalaciones antiguas no era un problema.
La
política del centro era garantizar los derechos, identidad e individualidad de
los enfermos. Los tres iban consiguiendo grandes avances en los terrenos de la
neurobiología, psicopatología y relaciones psiquismo-cerebro, pero no eran
suficientes para cubrir sus expectativas. Los directores del centro no estaban
por la labor de incorporar nuevas técnicas. Por ello, los tres decidieron
abandonar esa ciudad y montar su propio centro. Estaban dispuestos a poner en
marcha un nuevo proyecto que iba a cambiar las técnicas empleadas hasta el
momento en esa materia y obtener unos resultados fuera de lo normal. Querían la
purificación y transformación de los habitantes de su “Cielo”, ya que no les
gustaba llamarle hospital. Pensaron que el mejor nombre que podría definir el
proyecto integral era “Tratamiento K-thar-sys”.
Los
tres socios buscaron su nuevo cuartel de operaciones, un lugar apartado de la
civilización, por costes, así como para evitar la mirada de intrusos. El
edificio les recordó a sus antiguas instalaciones de Buenos Aires, pero aún así
invirtieron todos sus ahorros, además de pedir financiación al banco, para la
compra de aquel antiguo hospicio y los terrenos extensos que configuraban la
finca.
Establecieron
contacto, en los inicios de su nueva aventura profesional, con el Dr. Wayne J.
Weiss. Muchos periodistas le confundían con otro médico psiquiatra americano afamado
por sus teorías sobre la reencarnación, la regresión a vidas pasadas o futuras
y la supervivencia del alma tras la muerte.
Wayne también apostó por este proyecto y se incorporó al equipo.
Durante
varios años y hasta el momento presente, fueron contratando a médicos con una
visión menos tradicional de los tratamientos para este tipo de pacientes.
Destacaban, además de sus conocimientos sobradamente probados, las ganas de apostar por nuevos métodos.
En
la actualidad el edificio estaba en un estado bastante lamentable y las últimas
lluvias torrenciales habían hecho estragos en la cubierta del edificio y en sus
cimientos. Los frondosos jardines, llenos de árboles y vegetación permanecían encharcados. En la zona exterior opuesta, las dos barquitas y
el puente pequeño de madera, se encontraban totalmente destruidos.
Los
socios y el equipo de médicos que formaban el comité de dirección, se habían
reunido hacia unos días para analizar la conveniencia de trasladar a los
enfermos de K-thar-sys a una nueva ubicación, pero debían valorar muy
seriamente si era más perjudicial la amenaza del derrumbe de algunas paredes y
techos o cambiarles a un nuevo entorno. Era una decisión que habían valorado y
que Palmira expuso sin dilación en la sala del consejo.
“Antes de nada os quiero comentar que
estos días los internos están más nerviosos de lo normal. Les engañamos para
que pensaran que Máximo les estaba ayudando y fueron observados por las cámaras
ante una especie de asamblea que organizaron. Es como si tuvieran un sexto
sentido y supieran que estamos pensando en trasladarles. La reunión se disolvió
con el ruido de la sirena pero vamos a intentar descubrir qué están planeando.
Les acabamos de dar de nuevo facilidades para realizar el seguimiento oportuno”.
Martín
soltó una carcajada. “Si ya os lo decía yo. Peligra nuestra
integridad física. En una de estas ocasiones hacen realidad sus más sangrientos
instintos tal y como los escriben. Lo mejor sería sedarlos” Todos le miraron a la vez y él no pudo más
que bajar la mirada y tragarse su orgullo. En el fondo deseaba que algunas de
las cosas que los enfermos estaban escribiendo ocurrieran en la realidad para
tener la razón.
Palmira
le observó con desprecio y continuó “Como
ya sabéis por el memorándum que mandé a todos los empleados, y hasta que consigamos un nuevo lugar, ocuparemos el hotel que dejó de estar en uso
hace dos años. Se encuentra únicamente a
10 kilómetros de nuestra ubicación actual y serán cómodos los desplazamientos
entre ambos centros. Hemos conseguido un buen precio por el alquiler y además
los dueños no realizarán preguntas.
Tengo la lista con las salidas. Creo
que lo más conveniente es hacerlo de forma paulatina, pero ya tengo el orden
más adecuado en función del perfil de los pacientes. Hay que esperar muy poco
para terminar de poner en marcha las instalaciones, pero luego estará todo
listo. El primero en abandonar este lugar será RacTac. A continuación Perseo. Luego Aram. Fredic Mont. Trexa. Guille the La people.
Lastrum. Tacones Cercanos. Vestigium. Vera Lu. Dakota. Ícaro.
Mr. Marvic. Lastrum y Txiki. El último tendrá que ser Padawan que es el que ha
interactuado con nosotros con mayor insistencia. De esta forma en 15 días
habremos realizado el traslado completo”.
Mientras
tanto, como en la ocasión anterior con
la ayuda de Máximo y evitando los controles de Robles, los internos se
volvieron a reunir. La primera vez fue para conocer lo que podía suceder con
sus vidas y las de los otros, pero fue interrumpida al escuchar la sirena de la
ambulancia. Esta vez eligieron una sala con una terraza desde donde se veía el
puente y las barcas destrozadas, y de vez en cuando se posaban palomas en la
barandilla.
Fueron
entrando con golpes en la puerta, según la señal acordada por los que así
mismos se llamaban “los avatares”. Dos golpes cortos y tres largos ¡Toc
Toc Tooooc Tooooc
Tooooc! Poco a poco la sala se llenó de ruido y de un murmullo digno
del centro donde vivían.
Padawan
comenzó a hablarles “Chicos, no tenemos
mucho tiempo. Ayer la Jefa de Servicio, la que siempre está pendiente de
Andrea, se dejó en el mostrador un papel y disimuladamente me lo llevé”
Los
asistentes a coro dijeron ¿Y qué ponía?
“A ver si recuerdo todo, pues por
miedo a ser descubierto me comí la hoja. En el asunto del memorándum ponían una
serie de números 3001, 2105, 0604, 1710…
y cosas relacionadas con un cambio de lugar. Luego leí algo así como nueva
técnica KTS y que pondrían en marcha un experimento. Iban a coger todos
nuestros escritos y nos convencerían para que pensáramos que iban a escribir un
libro con ellos. Que hay algo que se llama, ummm, ¿Cómo era? Ummm, me sonó a brasileño, parecido a un río que
estudié cuando era pequeño…. Ah, ya recuerdo. Lo llamaron Amazon y que las
personas de todo el planeta lo podrían comprar y leer”
Hacía
unos días que José, el conductor de ambulancias, había incorporado a un nuevo
habitante. Todos los internos le veían como un topo, alguien que les iba a
espiar desde dentro y les contaría a los doctores lo que hablaban entre ellos. No
confiaban en él. Desconocían que desde las cámaras escondidas convenientemente
en todo el edificio no había secretos de nadie, incluso de los médicos.
By Vestigium
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