Sentados, cogidos por ambas manos y mirándose a los
ojos, no podían creer que estuvieran el uno frente al otro. Llevaban demasiados
años sin verse y Daniel quería disfrutar de su presencia antes de responder a
todas las incógnitas que planteaba Palmira y revelarle esos secretos que había
atesorado durante tantos años y que sabía que le cambiaría la vida y le sería
de gran ayuda para acometer aquello que le estaba esperando en Venecia. Sus
padres, el tatuaje en su cuello y el que llevaban otras personas, Martín,
Isaac, los diamantes… ¡Lucas! Toda esa información se agolpaba en el cerebro de
Daniel pugnando por ser liberada y compartida.
Se trataba de una información que le había quemado a
lo largo de los años. En muchas ocasiones había estado tentado de revelarlo todo,
pero sabía que no podía hacerlo hasta que Palmira no tomara las riendas del
negocio familiar y con ello, las riendas de su propia vida. Era una información
peligrosa que debía proporcionarse en el momento justo y quizás, no toda de
golpe. Eso lo decidiría según fuese reaccionando Palmira a medida que conociese
cada dato.
Debía ser ahora. Estaban solos y nadie podía
molestarles ni impedirle que por fin ella supiera toda la verdad.
- Palmira, te he hecho venir hasta Malta porque debo
confesarte algo. Se trata de una información valiosa que deberás utilizar con
cautela y que no revelarás a nadie. Además de mí, solo una persona dispone de
esa misma información, pero de momento es mejor que no conozcas su identidad. Él
se pondrá en contacto contigo cuando lo considere oportuno, pero ten siempre
presente que esa persona va a estar pendiente de todos tus movimientos con el
único fin de protegerte. No vas a estar sola en esto, pero tendrás que ser
cauta y pensar mucho antes de tomar cualquier decisión.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Palmira. Presentía
que no iban a ser buenas noticias. Su mente comenzaba a saltar de una idea a
otra mientras su respiración se volvía cada vez más agitada y su cuerpo iba
bañándose en un sudor frío. Sus palabras comenzaban a salir nuevamente de forma
atropellada. Sintió miedo y tartamudeando pidió a Daniel que continuase.
- Presta atención y no me hagas preguntas hasta que
termine de contarte todo.
- Me estás asustando, Daniel –respondió Palmira.
- No debes temer nada. Hay mucha gente que te protege,
pero es necesario que sepas toda la verdad sobre la familia Caelum.
Tras una breve pausa en la que acarició suave y
paternalmente la mejilla de Palmira, Daniel tomó aire y comenzó su confesión.
- Cuando con seis años llegaste a Sevilla, tu tío
Isaac pertenecía…
Un sonido seco cruzó el aire y provocó que los pájaros
que descansaban sobre las ramas emprendieran un vuelo descontrolado. Palmira
sintió en su brazo la humedad cálida de la sangre proyectada desde el pecho de
Daniel al tiempo que observó cómo su cara adoptaba una mueca de dolor y su
cuerpo caía inerte sobre el banco en el que estaban sentados.
Empujada por la fuerza del cariño que sentía por aquel
hombre, Palmira se abalanzó sobre él para protegerlo a la vez que otro sonido
seco golpeaba no solo sus oídos, sino que llegaba acompañado de un agudo dolor
en su hombro izquierdo. Alguien había disparado contra Daniel y ahora iban a
por ella.
Intentó levantarse y correr, pero segundos antes de
perder el conocimiento percibió como un grupo de turista corría hacia ellos.
By Ícaro
Ícaro |
Leches con Ícaro! Empieza la acción...
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