Respiró profundo.
“Palmira” se dijo “no has
llegado hasta aquí para salir corriendo.
Por el motivo que sea, tus padres confían en ti para llevar adelante
esta situación de la que tan poco sabes. Y eso te asusta. Es completamente
normal".
Estás lejos de cuanto
conoces, de aquello con lo que te sientes cómoda. Ahora estás en este ambiente
de negocios del que debes formar parte…”
“Un momento… ¿DEBO formar
parte?”
Echó un vistazo a Andrea,
que la observaba con aquellos preciosos ojos húmedos tan contagiosos.
“¡Ya está bien de ver la
vida pasar!” se dijo a sí misma. “¡Quiero sentir que mi vida es mía!”
Todo bullía en ella en
ese momento: su pecho, sus pensamientos, su aliento.
Que Andrea le ponía como
una moto… Cierto. No necesitaba ni verlo, siquiera oler el perfume que
desprendía, para notarse el interior y el exterior más vivo. Pura electricidad.
No necesitaba su tacto, tampoco, para encontrarse fantaseando con otro roce, y
otro, y otro. Y tantas otras cosas más…
Miró entonces a Martin.
Las palabras “No te
enamores” surgían en su mente. Casi podía escuchar la voz de su madre
pronunciándolas. Y eso le hacía sentir tan extraña…
Palmira miró a la señora
Caelum con detenimiento y quiso su mente traerle el recuerdo de su madre, unos
lustros más joven. Gimiendo sobre alguien que no era su padre. Que ni siquiera
se parecía a su padre. Que ella conocía demasiado bien.
Miró entonces al señor
Caelum. Siempre había tenido sentimientos encontrados con respecto a él. ¿Qué
niña no ha adorado jamás a su padre, al fin y al cabo? Más aún si sospechaba de
la autenticidad del amor de su madre hacia él.
Sin más, se dio cuenta
que, desde que había partido de su hogar, había desandado ese largo y costoso
camino en el que había aprendido a pensar en ella, por ella y para ella.
Un contacto impersonal de
sus padres y ya su vida había dejado de parecer suya. Un contacto misterioso,
imperativo y aparentemente sin sentido había tirado por tierra años de
esfuerzo, tratamiento e inseguridades.
¡Y eso no lo iba a
consentir!
¿Qué pasaba si estaba
ante un grupo de sesudos, unos padres desnaturalizados y una zorra trepa para
tratar de algo tan enrevesado como los negocios duros?
Ella no tenía interés en
ser un tiburón de los negocios. Que ella era una mujer muy capaz y no tenía que
pedir perdón por serlo. Es más, no tenía por qué pedir perdón por nada.
Ni por querer tirarse a
Andrea. Una y otra vez.
Ni por preguntarse cómo
de amo sería Martin, una vez separado de tanto pijerío y adulación.
Se decidió a tomar la
situación y revertirla. Es más, ¿no era ella una persona con un instinto
despierto y una sensibilidad que la llevaba a encontrar soluciones sin siquiera
ser consciente de ello?
La puerta se cerró tras
los asistentes más rezagados.
-Hola a todos- dijo
Martin. – Comencemos con el orden del día.
-Sí, -respondió Palmira-.
Comencemos. Pero comencemos desde el punto cero. Me llamo Palmira Caelum, como
ya sabéis. Sé que tenéis planes para mí. Sucede que tengo los míos propios. Y
entre ellos no se encuentran ser peón de nadie, siervo de nadie, ni testaferro
de nadie.
-¡Palmira! –Exclamaron
los señores Caelum, en un coro asíncrono.
Mientras, la sonrisa de
Martin dejaba entrever que a Palmira le quedaban muchos misterios por
descubrir.
By Chance
Chance |
Uufff sinceramente estoy enganchado a la Novela, pero lo de hoy... ¡He tenido que tragar dos veces saliva? Jjajajaa.
ResponderEliminarBuen trabajo a no sé quienes, pero da igual...
Muchas gracias amiga!!!!!!! Espero que los nuevos capítulos te quiten ese nudo en tu garganta...o no!!! Porque...!Nada es lo que parece!
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