Palmira salió del lavabo,
su mente bullía, <<¿Qué habrá querido decir Daniel?, ¿qué será lo que
tengo que saber?, ¿qué es eso de que las paredes escuchan?, iré, tengo que ir,
no quiero perder ni un día más>>
Iba tan distraída en sus
pensamientos, que no se percató de la presencia de Martin hasta que éste estuvo
a apenas un paso de distancia.
-¿Estás bien?
-Sí, creo que sí.
-Pareces, no sé,
aturdida.
-No es nada, sólo estoy
emocionada. Hace mucho tiempo que no veía a Daniel.
-¿Seguro que te
encuentras bien?
-Claro que sí. -Aunque su
cabeza no dejaba de darle vueltas a la nota-.
-Palmira, ¿te apetece
volver ahí? -dijo Martin señalando hacia el salón donde se encontraban la
mayoría de los invitados-, ¿o prefieres que tomemos algo a solas? -Mientras,
volvió a tomarla por la cintura, con esos dedos largos, fuertes, que de nuevo
provocaron un volcán de sensaciones en Palmira. Una vibración en forma de
explosión, que recorrió todas y cada una de las terminaciones nerviosas de su
cintura-. <<Martin, por favor, no seas así, no me mires de la manera en
que me miras. Tú no quieres hacerme daño. Seguro. Tú no quieres nada conmigo.
Mi madre ya me lo ha advertido. Déjame. No estoy preparada>>.
-En otra ocasión, quizás.
-Dijo Palmira, soltándose suavemente.
-Como quieras.
Ambos volvieron al salón,
más que animado por la multitud de invitados, a disfrutar del sinfín de
exquisiteces que les habían servido.
Palmira, con la
respiración todavía agitada, no podía dejar de darle vueltas al mensaje de Daniel,
y sólo esperaba poder contar con la oportunidad de acercarse al “lugar” fijado
para el encuentro. <<¿Cómo lo haré?, ¿y si se lo pido abiertamente a Martin?,
¿tal vez me pueda ayudar Andrea? Enseguida desechó ambas opciones. Las paredes
escuchan. Debo ir. Sin demora>>.
Sin saber cómo había
llegado hasta ella, allí estaban de nuevo esos ojos azules que parecían
traspasarla. Esa tez morena que invitaba a la caricia. Ahí estaba él, Andrea.
-Andrea, no te he visto
llegar.
-No se preocupe, ¿qué tal
lo está pasando, señorita Palmira?
-Bien. -Se mordió el
labio-. Muy bien, gracias.
-El Amo me envía para que
le pregunte si está usted cansada. Por si quiere retirarse a descansar.
Ya sabe, para que la acompañe.
-Pues, ahora que lo
dices, te lo agradecería. Ha sido un día muy intenso.
Poco a poco, abandonaron
el salón y se encaminaron por el largo pasillo que desembocaba en las
habitaciones. Palmira volvió a admirar la decoración, las lámparas y lienzos
que le habían llamado la atención la primera vez que los vio.
Al llegar a la puerta de
la habitación, volvió a toparse con esa mirada que le costaba tanto sostener. <<¿Qué me está pasando hoy?, ¿antes Martin, ahora Andrea?>>.
-¿Soy yo señorita Palmira
o usted me mira de una forma, digamos especial?
-¿A qué te refieres?
-Respondió Palmira, sonrojándose.
-No sé, es como si
quisiera decirme algo.
-Lo siento. Es que… yo
creo… lo que quiero decir es… -Farfulló Palmira, mordiéndose de nuevo el labio
inferior.
-Bueno, disculpe, quizás,
me ha parecido… en fín, hasta mañana, que descanse.
-Hasta mañana, Andrea.
Cerró la puerta tras de
sí, mientras oía cómo se alejaban sus pasos. <<¿Qué demonios me
pasa?>>.
Tras desvestirse, se
dispuso a repasar, de manera concienzuda, la velada y llegó a la conclusión de
que tenía muchos interrogantes para los que precisaba respuestas. Volvió a
acordarse del mensaje de Daniel, y se prometió que, en cuanto le fuera posible,
iría a su encuentro.
By Txiki
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