Presa del aturdimiento
por los estremecimientos que le provocaban Martín y Andrea, también se sentía
desconcertada por todos los interrogantes que precisaban de respuesta. Se
encontraba inmersa en una vorágine que se le había venido encima en tan solo un
par de días y, aunque estaba muy cansada dada la intensidad del día, sentía que
no sería capaz de dormirse por los pensamientos que se cruzaban en su cabeza.
Decidió recostarse en la
cama y, de repente, le vino un pensamiento que no había tenido tiempo de repasar.
Parecía que se había olvidado de todo lo que había dejado atrás, su vida en
Sevilla. Por si no tenía bastante, comenzó a recordar lo sucedido unos días
antes de su partida hacía Venecia.
Aquella mañana lucía un
sol radiante, ¡qué bonita se veía Sevilla! Desde su despacho en el Palacio San
Telmo, tenía unas vistas privilegiadas. Vislumbraba el Guadalquivir a su paso
por el barrio de Triana, la emblemática Torre del Oro y la majestuosa Giralda,
entre otras bellezas arquitectónicas de la ciudad.
-¿Todo bien Palmira?,
dijo su compañera y amiga Macarena.
-Sí, tranquila, todo
bien.
-De acuerdo, ¡es que te
veo un poco distraída! Por cierto, ¿es esta noche tu cita con Máximo?
-Sí, a las 20:00 hemos
quedado en el parque de María Luisa. La verdad es que lo noto un poco raro
desde hace un tiempo, es como si quisiera decirme algo.
Palmira se licenció en
Bellas Artes, y ahora era la directora de una prestigiosa galería de arte de
Sevilla. Macarena, su inseparable amiga de la universidad, era una de las
marchantes de la galería y Máximo, su pareja desde hacía tres años.
-Macarena, son las 18:00,
me tengo que marchar, ¿puedes cerrar tú?
-Descuida Palmira, vete
tranquila y ¡pásalo bien! No olvides que mañana a las 08:00 nos reunimos con el
cliente que Isaac nos consiguió citar.
-¡Imposible olvidarme!
Hasta mañana, ¡que pases buena noche!
Sombra de ojos ahumada,
de tono dorado a juego con su rojiza melena, rubor melocotón en sus pómulos y
algo de gloss en los labios. Vestido negro, de corte básico y sin adornos, por
encima de la rodilla, de los que no pasan de moda; el típico de fondo de
armario. Blazer del mismo color que el vestido, tacones y cartera rojo
bermellón. ¡Ya estaba lista para lo que le depararía la cita con Máximo!
Palmira llega al parque y,
buscando con la mirada, lo encuentra subido a un coche de caballos haciéndole
señas para que se acercara.
-Sube cariño, te ayudo.
Vamos a dar un paseo en calesa.
-¡Vaya, que sorpresa!
Tantos años viviendo en Sevilla y nunca había subido a una.
- Siempre hay una primera
vez –le dice Máximo guiñándole un ojo-.
A mitad del trayecto,
ensimismada en el movimiento de sus carnosos labios y en sus tiernos ojos
verdes, Máximo sutilmente saca algo del bolsillo y la mira fijamente.
Atónita por la situación,
observa una pequeña caja, la cual tiene grabado un diamante dentro de un anillo
de laureles. Máximo abre la caja y ésta guardaba una preciosa alianza.
-Palmira, ¿quieres
casarte conmigo?
Sin poder articular
palabra, Palmira recibe una llamada. Isaac ha muerto.
By Vera Lú
Vera Lú |
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