<<Debo adoptar una nueva identidad por motivos de seguridad. Gerardo ha prometido volver a llamarme. Palmira, mi querida Palmira,..>> No le dio tiempo a pensar más, cuando ya se anunciaba que el vuelo Alitalia 752 tomaría tierra en unos instantes en el aeropuerto internacional Marco Polo ya que, por motivos técnicos, no lo harían en el que en un principio era su destino, el aeropuerto de Treviso.
Nada más recoger su equipaje y, evitando en todo momento cualquier tipo de contacto con el capitán Robles, Máximo se dispone a salir de la terminal del Aeropuerto. Tal y como le habían avanzado, un hombre trajeado con un cartel el que se podía leer “Mr. Alejandro Bautista” le aguardaba delante de un vehículo.
- ¿Alejandro Bautista?
- Sí, soy yo. <<Supongo>> -pensó.
- Le estaba esperando. Suba por favor.
Nada más acomodarse, y antes de que Máximo pudiese replicar, el automóvil se puso en movimiento.
-¿A dónde vamos?
- Se alojará en el hotel Cimarosa. Para ello habrá de tomar un vaporetto en la Piazzale Roma, que le dejará a escasos dos minutos del hotel, en la parada de vaporetto San Stae.
-¿Usted me acompañará?
-No, yo me limitaré a acercarle a la Piazzale Roma. Aproveche para familiarizarse con su nueva identidad. Tome -le dijo, mientras le tendía un sobre acolchado. No me haga más preguntas, porque no tengo más respuestas.
El hombre que le miraba desde su nuevo pasaporte, sin duda era él. A pesar de que la foto no era de las más recientes, no cabía duda en relación a su identidad. <<Un trabajo hecho por profesionales>> -pensó. No podía ser de otra manera.
Sin prestar mucha más atención al conductor, y a pesar de que tenía un millón de preguntas que se le agolpaban en la mente, volvió a sumirse en sus pensamientos: Palmira, el capitán Robles, Gerardo, la explosión, los Poncianos, la familia Caelum,… <<¿Qué le depararía su estancia en Venecia?, ¿podría empezar a encajar piezas en ese enorme rompecabezas que se había formado?>>.
Tras poco más de 25 minutos, llegaron a la Piazzale Roma que, en esos momentos estaba concurridísima.
-Dese prisa y coja uno de los primeros vaporettos.
-Así lo haré. Gracias por el viaje. Ah, y gracias por la información.
Se acomodó en uno de los vaporettos y se dispuso a disfrutar del viaje. El viento en el rostro le producía una sensación de bienestar, en principio, difícil de “casar” con la agitación interior que sentía. Eran muchos los interrogantes que quedaban por resolver y, sin embargo, logró relajarse y, hasta disfrutar, del trayecto hasta la parada San Stae.
Se apeó de un salto y se encaminó hacia el hotel.
-Buenas tardes, señor, ¿en qué puedo ayudarle?
-Soy Max…, perdón, soy el señor Bautista y tengo una reserva a mi nombre.
-Un momento, sí aquí está. Ahora mismo le acompañan a su habitación señor Bautista.
-Gracias
Las vistas eran maravillosas, las ventanas daban al Gran Canal, enfrente del Casino, y la habitación, de estilo rústico, aunque sobria, era más de lo esperaba. <<Quizás me acerque a La Valeta, a ver a Gerardo>> -pensó.
Máximo se dispone a tomar una ducha, momento en el que su teléfono vibra. Lo abre y, en seguida, comprueba que es un mensaje de Robles.
By Txiki
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