La
llamada de Gerardo le había dejado perplejo y en su mente las preguntas
comenzaban a agolparse de forma apresurada.
¿Por
qué le había pedido Robles que dejase el caso y que otro agente le
sustituyera?, ¿qué relación podría tener esto con la llamada que había recibido
de Gerardo? Siempre había confiado en el capitán pero no olvidaba que en esa
profesión a veces nada es lo que parece y hasta él mismo había necesitado
fingir un papel que le era ajeno para que la investigación pudiese continuar.
El
sonido de los altavoces le hizo volver a la realidad. Por megafonía anunciaban
la salida del vuelo Alitalia 752 con destino a Venecia y Máximo se dirigió a la
puerta de embarque. Mientras esperaba su turno en la cola para poder acceder al
avión miró hacia atrás en varias ocasiones con el fin de localizar a Robles. Le
resultó extraño no encontrarle entre los pasajeros que quedaban por embarcar y
tampoco era consciente que lo hubiera hecho de los primeros.
En
ese momento recordó el cambio de ubicación de su cita en la isla de Murano. Al
principio no le dio importancia y pensó que podría estar debido a alguna
estrategia para evitar un posible seguimiento pero desde que recibió la llamada
de su excompañero comenzó a parecerle extraño que, justamente en ese momento y
debido a ese cambio de última hora, se hubiesen salvado “milagrosamente” de
aquella explosión en el Museo del vidrio.
¿Sabía
Robles que habían colocado una bomba en ese lugar? ¿Qué implicación podría tener él en aquella
explosión? ¿Y en el resto de los
acontecimientos?...
-Su
tarjeta, por favor. Le solicitó una de las azafatas.
-Aquí la tiene.
-Señor,
disculpe, pero se ha equivocado de puerta. El vuelo con destino a Venecia
embarca por la puerta 62 y esta es la 72. Este vuelo va a Londres. No se apure,
aún están embarcando, tiene tiempo de sobra.
Máximo
recogió su equipaje de mano y se dirigió apresuradamente a la puerta que le
había indicado la azafata. Cuando llegó, aún quedaban cinco pasajeros por
embarcar. Se colocó al final de la fila, entregó la documentación de acceso y
se dirigió al avión directamente por el túnel de embarque.
Nada
más entrar en la nave vio a Robles sentado en el asiento 2A. Leía
tranquilamente el periódico y ni siquiera levantó la cabeza cuando Máximo pasó
por su altura. Se dirigió a su asiento situado cuatro filas más atrás y tras
sentarse sacó su teléfono móvil con intención de desconectarlo al menos durante
el tiempo del despegue. En ese momento se percató de que tenía un mensaje de
Robles.
“Teniente, acabo de recibir un
mensaje de la central. Por nuestra seguridad debemos alojarnos en hoteles
diferentes. En el aeropuerto habrá un conductor mostrando un cartel con el
nombre de Alejandro Bautista. Acuda a él y le trasladará a su hotel. A partir
de ese momento usted tendrá esa identidad en Venecia. El conductor le
facilitará la documentación que le acreditará. Cuando estemos instalados nos
pondremos en contacto a través de correo electrónico y recibirá nuevas
instrucciones. No intente hablar conmigo hasta que estemos en nuestros
respectivos hoteles”
Todo
estaba tomando un cariz muy extraño. Demasiados cambios, demasiadas
coincidencias. El vuelo se presentaba largo. Además de la ansiedad que siempre
le provocaba volar, en esta ocasión se le sumaban todas las nuevas incógnitas
que había provocado la llamada de su ex compañero. ¿Quién era realmente Robles?
A
través de la ventanilla del avión pudo ver las primeras gotas de lluvia que
aumentaban a medida que la nave alcanzaba la cabecera de pista. En unos minutos el avión inicio su rodaje y fue
aumentando su velocidad progresivamente hasta que el morro comenzó a rotar la
nariz hacia el cielo.
El
avión comenzó a elevarse… Todo no ha hecho más que empezar.
By Ícaro
Ícaro |
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar en K-Thar-Sys, todas las opiniones son tenidas en cuenta para el desarrollo de la historia.