“Días que ya no
volverán a repetirse nunca más.” Eran las palabras recurrentes en Andrea cada
mañana, en especial, luego de recordar la ausencia de su Elena.
Recordaba, como
si hubiera sido ayer, la tarde del accidente. Aquella tarde de verano en Praga,
el café compartido, la llamada sospechosa a Elena que le hizo terminar esa cita
vespertina con la promesa de verse en unas horas, los besos de despedida… que,
si hubiera sabido que serían los últimos, los habría dado con mucha mayor
pasión…
Luego, la
pesadilla: la llamada para informar del accidente. Un coche marca Audi, color
negro, se había lanzado violentamente contra el coche de Elena lanzándolo
contra las aguas del Moldava. Del coche Audi no se supo nada más. Del coche de
Elena sólo se supo que tenía un dispositivo que no le permitió a Elena abrir la
puerta y escapar mientras se hundía en las aguas del río.
Los siguientes meses fueron muy difíciles y
dolorosos, pero Andrea, que intentaba rehacer su vida luego de estar
involucrado con algunos mafiosos de La Camorra y los Blaqqu, se dio cuenta de que
no descansarían hasta ir a por él. Aunque lo había intentado y pensó que su
desaparición había sido exitosa, eliminando sistemáticamente cualquier rastro
que lo llevara a él, no fue suficiente. Elena había aparecido en su vida de la
noche a la mañana, llenándole de vitalidad, energía y unas ganas de vivir que
no había sentido antes. Ella era magia. Praga era su escondite, como también lo
habían sido Londres, Madrid y La Habana. El mundo era de ellos dos. Pero, el
saber que para sus antiguos socios el juego no había terminado, le hizo
despertar a la cruda realidad.
Así que decidió
hacer lo mismo e ir a por ellos, empezando por descubrir a quién pertenecía ese
escudo que aparecía en una tarjeta sospechosa en el bolso que, accidentalmente,
Elena había olvidado esa tarde en el café. O que quizás, pareciera ahora, no
había sido un olvido accidental.
Esa búsqueda se
convirtió en su obsesión. No descansó hasta identificar que pertenecía a la
familia Caelum, que las iniciales M.S. en la tarjeta, eran de Martín Smith, y
que debía ser muy inteligente si quería cobrar venganza por Elena. Y una vez
infiltrado en la organización, claramente el mejor objetivo para empezar a
cobrar las facturas pendientes, era Palmira.
En esas
cavilaciones estaba, cuando llegó una llamada a su móvil. Era Palmira,
pidiéndole que fuera a por ella. Estaba llorando afligida en las afueras de la
morgue, donde fue a reconocer a un cadáver.
El plan de
Andrea, por lo visto, estaba caminando en la dirección correcta.
By Fredic Montt
Fredic Montt |
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