Al
final de la regresión, Palmira se sentía muy cansada, tenía un fuerte dolor de cabeza, mucho frío, e
incluso una gran tristeza.
Sabía
que a través de esta terapia poco a poco descubriría su rol en la sociedad de
tiempos remotos y se enfrentaría de mejor forma a determinadas situaciones del
presente.
Conocer
el patrón de aprendizaje que se había fijado a lo largo de su existencia,
traería a la superficie su misión en
esta vida, y a la vez podría comprender el porqué de muchos de los
conflictos a los que se estaba enfrentando.
Las
secuelas que estaba soportando en este instante, tras la terapia, eran
necesarias si quería ir atando cabos y entender el porqué de lo sucedido hasta
ahora. ¿Por qué mataron a Daniel?, ¿Por qué estaba en peligro?, ¿Por qué al
viajar a su vida pasada descubre que ella fue Lucas, hijo del único heredero de
la dinastía de los Celícolas?, ¿Por qué su madre era una traidora? Y lo más
sorprendente, ¿tenía una hermana? Mucha información y muchos datos como para
obtener respuestas claras en estos momentos. Decidió darse un respiro, tomar un
baño relajante y prepararse para volver
a Venecia. Ya decidiría como afrontar todo lo que tenía encima.
Al
mismo tiempo, pero en otro lugar, Máximo decide que las cosas no pueden quedar
así. La echaba mucho de menos y cada vez tenía más claro que todo el esfuerzo
dedicado a conquistarla no respondía simplemente a la misión de protegerla.
Isaac
ya le advirtió que los Caelum siempre habían tenido protectores, y que esa era
su tarea, la de salvaguardar a Palmira, no la de enamorarse de ella, cosa que
finalmente no pudo evitar.
Decidido
se dirige a casa de Macarena para preguntarle donde podría encontrar a Palmira.
Y aunque reticente al principio, le facilita la dirección de su actual
residencia y su número de teléfono. A primera hora de la mañana cogió un vuelo
hacia Venecia. Estaba convencido de contarle la verdad a Palmira y de, si no se
le complicaban las cosas, volver a conquistarla.
Una
vez en el aeropuerto de Venecia, cogió un taxi y se dirigió a casa de Palmira.
Comenzó a sentir algo de dudas y cierto miedo. Quizá no era buena idea
presentarse así, sin avisar.
Tocó
al timbre, y una voz femenina que no le resultaba nada familiar, respondió:
¿Sí?, ¿Quién es?
- ¿Palmira?... ¿eres
tú?
-
Si, ¿quién eres?
Máximo
dudó que fuera Palmira, pero contestó:
-
¡Soy Máximo!, ¿me
abres para que suba o bajas tú?
-
Lo siento, no
conozco a ningún Máximo.
Máximo
no entendía qué estaba ocurriendo, sabía que esa mujer no era Palmira y decide
pedir disculpas por tratarse quizá de una confusión.
La
supuesta Palmira sabía perfectamente quien era Máximo y decidió informar de la
situación.
Por
su parte, Máximo llama a Palmira sin éxito de respuesta ya que ésta se disponía
a volver de Manhattan.
Una
vez en Venecia y de camino a casa, Palmira que casi en un par de días no había
hecho caso a su teléfono, recibe una sorprendente llamada de los carabinieri,
tenía que acudir al depósito reconocer un a cadáver.
-
Hemos encontrado
un cuerpo con su dirección y su teléfono anotados en un papel.
-
¿Cómo?, ¿un
cadáver?, ¿mi dirección?, Palmira pensó, ¿qué más me puede pasar?, ¡voy a
volverme loca!
-
Acompáñeme por
favor, pase por aquí. ¿Reconoce a este hombre?
-
¡Dios mío!,
¡Máximo!
By Vera Lú
Vera Lú |
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