6 de febrero de 2017

Capítulo 26

Mira que había recorrido en su infancia y adolescencia los Jardines Altos de Barraca, pero jamás un trayecto tan corto como eran los 100 metros que le separaban de Daniel se le hicieron tan largos.

De su adolescencia recordaba los agradables y entrañables paseos con Daniel. Se sentaban siempre que podían en el mismo banco de madera, si éste estaba disponible, para desde allí observar las ciudades medievales de Cospicua, Vittoriosa y Senglea, a la espera de que sonasen las salvas que a cada hora se disparan. Desde ese punto, Daniel aprovechaba a contarle diferentes historias, unas reales y otras no tanto, mientras Palmira le observaba con sus grandes ojos, ansiosa por saber más y más.

¡Por fin estaba entre sus grandes y fornidos brazos! Daniel la estrechó con fuerza, su abrazo parecía eterno, como si ninguno de los dos quisiese que ese preciso instante acabara.

Daniel, que parecía nervioso, la tomó por los hombros con ternura. -Busquemos ese banco en el que hace años disfrutábamos de nuestras charlas, aun siendo tú una adolescente y sin que tu vida hubiera sufrido grandes sobresaltos.-

Palmira se percató de que Daniel parecía estar al corriente de todos los pormenores que estaban aconteciendo en su vida. Y si era así, ¿por qué no la había salvado de muchas de las situaciones, o por lo menos avisado? No lo comprendía…

Caminaron por los bellos jardines, y durante ese escaso recorrido que pudo durar dos minutos, ninguno de ellos pronunció palabra. Se dejaban llevar como antaño por todo ese paraíso natural que les acompañaba, en el que había palmeras, plantas exóticas, monolitos, placas conmemorativas, y destacando entre todos la figura de sir Winston Churchill. Llegaron al banco, parecía como si les hubiese estado esperando todos estos años. ¡Qué sensación!

Se sentaron lentamente, no llegaron a pronunciar ni una palabra cuando sus miradas se buscaron, poco a poco los ojos de Palmira se empezaron a humedecer y sus lágrimas invadieron su rostro sin más. 

Daniel sacó del bolsillo derecho de su pantalón un pañuelo blanco. Palmira se lo agradeció y enseguida se percató de que en una de las esquinas del mismo, aparecía bordado nuevamente ese escudo que le llevaba acompañando de un modo u otro desde hacía meses, era como el suyo, con las hojas de laurel pero sin ese diamante que había visto en otros casos. Eso sí, figuraba la letra T. 
Palmira empezó a sentirse nerviosa, no entendía nada. Necesitaba que le diesen respuesta a tantas preguntas y no sabía por dónde empezar…

No lo pensó más e inició el diálogo.

Daniel, tanto Isaac como tú velasteis por mí durante mi niñez y adolescencia. Isaac ya no me puede acompañar, pero afortunadamente tú estás aquí, ¿por qué ahora que te necesito más que nunca, mis padres te han alejado de mí? -

Daniel, con los ojos humedecidos le contestó.

Querida, el papel que me han otorgado ya no es ese. Tus padres son poderosos, como habrás podido observar en estos meses, y saben muy bien lo que quieren de ti y de todos “sus elegidos”.-
Palmira se sentía aún más perdida y a la vez se preguntaba, “¿podré confiar en Daniel cómo siempre lo hice?” Algo en su interior le dijo que sí.

Daniel, que la conocía como si fuese su hija, intuyó su duda, por lo que enseguida se apresuró a decirle, - Palmira, mi encargo es otro, pero para mí seguirás siendo siempre esa dulce e inocente jovencita de melena ondulada y rojiza y ojos avispados. Siempre vigilaré por tu bienestar, ¡no me lo van a poder impedir!

-Palmira se preguntó, “¿impedir?”, “¿quién?”, “¿por qué?”
Sabía que tenía aún tiempo para seguir hablado con Daniel. No obstante, no pudo contenerse y le preguntó sin rodeos, - Daniel, ¿por qué tengo tatuada en mi cuello la letra K y tú, en tu pañuelo de igual forma la letra T? ¿Qué hay detrás de estos dichosos tatuajes que parecen marcarnos como ganado? –


Daniel le miró con firmeza y le dijo, -serán más los que veas y con un orden establecido. La familia Caelum no deja nada al azar…-

By Tacones Cercanos
Tacones Cercanos

1 comentario:

  1. Sutileza es la palabra que mejor puede definir al arte que fluye de la pluma de Tacones Cercanos.

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