En
el trayecto hasta los Jardines, nuevamente Palmira sintió que le faltaba el
aire.
Se
había hecho a sí misma el firme propósito de asumir las riendas de su vida, se
había autoimpuesto una seguridad y firmeza que, en ocasiones como esta, no
podía mantener.
Cada
vez que avanzaba en su camino hacia la libertad, el destino le iba poniendo en
situaciones que, de repente, la hacían tambalearse.
Una
vez más vino a su mente su sueño recurrente, ese en el que ella estaba atada,
en el que no era libre ni siquiera para moverse, en el que hasta su razón
parecía ponerse en duda.
Y
ahí no intervenía nadie ajeno a ella, a su mente, o al menos nadie que ella
pudiera identificar en la actualidad.
- - Definitivamente
tengo que acabar con esto.
Y
dicho y hecho. Localizó el teléfono de la consulta del Dr. Weiss y se puso en
contacto con su asistente para acordar una cita lo antes posible.
- - El Dr. Weiss se
encuentra en Italia, en un Congreso Internacional de Terapia Regresiva y no
volverá hasta dentro de dos semanas – le dijeron.
¡Eso
es magnífico¡ Estaba en Italia y ella podría acceder a él con más facilidad y
sin tener que desplazarse. Le facilitaron la información de contacto durante su
estancia en Roma y, por fin, consiguió una cita para dentro de cinco días.
Tenía
puestas todas sus esperanzas en Weiss y su método para poder resolver
definitivamente el origen de ese sueño angustioso que no la dejaba vivir.
Palmira
no estaba segura de querer someterse a hipnosis. El hecho de perder el control
sobre sus pensamientos la asustaba. Una vez más se colocaba en una posición de
vulnerabilidad que no sabía si quería vivir.
Pero
por otra parte, el currículo y la trayectoria del Dr. Weiss así como los
resultados que había conseguido con sus pacientes la tranquilizaban.
Había
leído todos sus libros, en los que había cientos de testimonios y eso le había
dado esperanza.
Iba
inmersa en sus pensamientos cuando, a lo lejos, divisó a Daniel que ya la
estaba esperando.
Parecía
nervioso, paseando de un lado a otro y estrujándose las manos.
Desde
el día que se vieron en la recepción de bienvenida, hace ya casi tres meses no
había tenido oportunidad de quedar con él y ahora solo disponía de unas pocas
horas para que le contara lo que debía de saber sobre la familia Caelum y esa
nueva vida que estaba iniciando.
Menos
mal que al final había accedido a la propuesta de su madre y había utilizado el
jet privado en lugar de utilizar los billetes de avión que había comprado.
Además
de su tío Isaac, Daniel y su mujer habían sido las personas que más cerca de
ella habían estado a lo largo de su infancia y adolescencia.
¡Qué
curioso! A pesar de las diferencias sociales, Isaac y Daniel habían mantenido
una amistad a prueba de todo, a lo largo de los años, y ese tipo de relaciones
no eran corrientes entre personas de distintos estratos sociales.
Lo
cierto es que nunca se había parado a pensar en este hecho pero ahora y
teniendo en cuenta todo lo que estaba pasando a su alrededor, podría cobrar una
importancia que hasta entonces no había tenido, ya que ella lo había vivido con
total naturalidad.
En
cuanto pudiera le preguntaría a Daniel sobre esto.
Ya
estaba casi a su lado y aceleró el paso para correr a abrazarle como había
hecho cuando se vieron en Venecia.
¡Por
fin, parecía que este momento no iba a llegar nunca!.
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Trexa
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