El leve roce de los
labios de Martín en sus manos le produjo un escalofrío que le recorrió todo el
cuerpo mientras en su cabeza aparecían las palabras escritas en la nota de su madre:
“No te enamores, no te enamores…”. Con un movimiento brusco soltó sus manos y
se rodeó el cuerpo con los brazos para protegerse de la sensación de frío que
se había apoderado de ella.
Al ver su reacción, Martín
sonrió, se quitó la chaqueta del smoking y la colocó suavemente sobre los
hombros de Palmira.
- Vayamos dentro, hace
algo de frío para ti, dijo Martín, y con una ligera presión en su cintura le
invitó a dirigirse hacia la puerta de acceso al salón.
De vuelta a la recepción,
Martín le fue presentando a varios de los invitados más importantes, personajes
ligados al mundo de la joyería, el diseño y las finanzas, con los que, a partir
de ese momento, debería empezar a relacionarse.
De pronto se percató de
que Martín no estaba con ella. Giró la cabeza en varias direcciones manifestando
muestras de un enorme nerviosismo, hasta que le vio al fondo del salón. Estaba de
espaldas y hablaba con aquella misteriosa mujer que le había acompañado a la
fiesta. A él no podía verle la cara pero, a juzgar por la expresión de ella,
parecía que estaban discutiendo, quizás recriminándola algo.
Martín se dio la vuelta y
sonriendo caminó hacia donde se encontraba Palmira.
- Sígueme, quiero
presentarte a la persona con la que vas a trabajar codo con codo -ordenó
Martín-. Palmira sintió cierta incomodidad por el tono que había empleado.
¿Quién era él para darle órdenes, quién era él para imponerle con quién tenía
que trabajar? Pero, a pesar de ello, dirigió obedientemente sus pasos tras los de
Martín hasta que estuvieron delante de la mujer con la que acababa de estar
discutiendo.
- Palmira, te presento a
Alison Clayton. Ella es la Jefa de Proyectos de la Delegación en Chicago y una
verdadera experta en el mundo de la joyería. Se instalará aquí en Venecia y te
pondrá al día de todos los entresijos de este negocio. Espero que lleguéis a
ser, no solo buenas compañeras de trabajo, sino también buenas amigas.
- Encantada de conocerla,
dijo Alison esbozando una falsa sonrisa a la vez que le tendía su mano, que
Palmira estrechó con verdadera desgana. Realmente, no le había caído nada bien,
no le gustaba su forma de mirar, no le gustaba esa permanente expresión de altivez
y no estaba dispuesta a trabajar con ella. Eso sería algo que trataría
prioritariamente con Martín.
- Igualmente Alison.
Espero que su estancia en Venecia sea de su agrado, respondió con forzada
cortesía.
Era fácil percibir que a
Alison tampoco le agradaba esa situación. Jugaba nerviosamente con la pulsera
que lucía en su muñeca derecha a la que hacía girar constantemente. En una de
las vueltas se desprendió el cierre y la pulsera cayó al suelo.
Amablemente, Martín se
agachó para recogerla y, al colocarla de nuevo en la muñeca de Alison, Palmira
percibió en el dorso un tatuaje que reconoció de inmediato: un diamante dentro
de un círculo de hojas de laurel. El mismo tatuaje que lucía Andrea y que
figuraba como anagrama en las cartas y en la carpeta que le entregó cuando
volvían del aeropuerto. Solo que, en este caso, el dibujo contenía un elemento
más, un nombre, Lucas.
By Ícaro
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