Robles y Alonso
tomaron un vuelo, unas horas más tarde de la explosión en la recepción del Museo del Vidrio. Ésta había volado por
los aires y miles de fragmentos de cristal invadían las inmediaciones de Fondamenta Marco Giustinian. El ataque
sembró el terror entre los habitantes de la isla, así como de los turistas que habían
ido a pasar allí unos días de descanso.
Todos
los medios se hicieron rápidamente eco de la noticia. El sentir generalizado era
que un grupo terrorista estaba sembrando el pánico a nivel mundial, desde América del Norte a Europa. Demasiados atentados con bomba en muy poco espacio de
tiempo. Ningún gobierno confirmaba ni desmentía si era el comienzo de una etapa
de terror. Esa incertidumbre estaba haciendo mella en los ciudadanos y miles de
manifestantes pedían explicaciones por las calles de las principales ciudades.
Mientras
tanto, la Europol junto a la CIA, aunaban esfuerzos para comprender
lo que estaba sucediendo y poner fin a tantos atentados, heridos y fallecidos.
El
capitán y el teniente se dirigieron a La
Haya para retomar sus investigaciones e intentar descubrir si la
información que había en el disco externo, encontrado entre los escombros, podría
esclarecer alguno de los puntos.
Al
llegar al edificio pasaron todos los controles de seguridad. Posteriormente, entraron
en un gran despacho, donde compañeros estaban atendiendo llamadas, revisando
información clasificada, recuperando datos de ordenadores,… Al fondo de la sala
había otra habitación con acceso restringido.
Robles introdujo los códigos, huella y reconocimiento por
iris. Una vez traspasada la entrada, la puerta se cerró. A continuación, Máximo realizó los mismos pasos.
Una
vez dentro, se podía ver un gran panel lleno de fotos y letreros, unidos entre sí.
Era como si múltiples líneas de metro se
hubieran concentrado en un enorme puzzle.
Por
un lado, se encontraban diferentes escenarios, entre los que destacaban Venecia, Malta, y lugares del otro lado del charco, como Chicago y Colombia.
A
la derecha, una foto de Viktor Iliescu,
como jefe de los Poncianos. También
letreros con las palabras FARC; esmeraldas; tráfico de personas; drogas, y un
grupo griego, fabricante de barcos.
También
información con fotos, fechas y circunstancias en las que fallecieron Levy, Razzi y Martin. Incluso figuraba
la del mayordomo muerto por un disparo en La
Valeta. Debajo de la imagen de Isaac
había un interrogante. Se había pedido exhumar el cuerpo para verificar si la
muerte había sido provocada, y estaban a la espera de confirmación. Todo
apuntaba a que el tutor de Palmira
había sido envenenado, ya que, por extrañas circunstancias, no se le había
practicado autopsia.
En
la parte izquierda de panel se podían visualizar fotos y datos del resto de personas
que, en mayor o menor medida, tenían relación con el imperio Caelum.
Era
ya la hora de conocer los datos del pendrive que localizaron dentro de un
pequeño maletín, en el despacho de Levy.
No podían comprender como, aparentemente, no estaba dañado.
El
capitán comenzó a teclear el código que Macarena
le proporcionó a Máximo. F I L I A
C A E L O. En la pantalla apareció el logotipo de la familia, con el
diamante y las hojas de laurel rodeando el mismo. En el centro, había un enlace
a los ficheros. Colocó el cursor sobre el dibujo del mineral y pulsó intro.
Robles y Alonso se
miraron perplejos al ver la información en la pantalla. ¿Cómo podía ser?
By Vestigium
Vestigium |
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