16 de marzo de 2017

Capítulo 64

Empezaba a anochecer y Macarena permanecía al lado de su mejor amiga. Ese día, Palmira no había descansado mucho, parecía inquieta, pero Macarena prefirió no preguntarle. Después de todo lo que estaba aconteciendo, no era de extrañar ese estado en su amiga.

Las horas en el hospital se hacían largas, pero no quería separarse de Palmira. De hecho, pensaba que era el lugar más seguro para ella ante tantos riesgos y amenazas. No cesaba de echar la vista atrás y recordar esa vida tan sencilla y acomodada que ambas tenían no hacía tanto tiempo, allá en Sevilla.
Mientras la mente de Macarena volaba, Palmira giró su cabeza hacia su tan preciada amiga y le preguntó: 

-          Macarena, la pasada noche soñé que estaba embarazada. Parecía tan real que me ha hecho dudar. ¿Tú sabes algo?, sólo ha sido un sueño, ¿no?

-          Sabes que si yo tuviese conocimiento de algo te lo diría, pero no me han comentado nada al respecto. De hecho, es Máximo quién está al tanto de tu evolución y quién habla a diario con la doctora.

-          No te preocupes amiga, habrán sido esos malditos sueños que llevan tantos años perturbándome. Y todavía no entiendo por qué siguen haciéndolo…

-          Tranquilízate Palmira, debes descansar. ¡Lo necesitas!

Casi antes de que Macarena pronunciase la última palabra, Palmira ya había cerrado los ojos.

A Macarena la lectura le ha acompañado toda su vida, quizá ha sido algo que heredó de su madre, y aun a pesar de la huida tan inesperada de su casa, no le impidió cumplir con la manía de meter en todos sus equipajes un libro. Realmente es lo primero que introduce para no olvidarse de hacerlo. ¡Bendita manía!, pensaba mientras las horas se le hacían eternas en el hospital.

 En esta ocasión había metido en la maleta un libro que un amigo le había recomendado, éste conocía al autor, con lo que el éxito estaba garantizado. Lo tomó, se fijó en la portada y el título del libro, “ENTUSIASMO, LA RECETA”, del autor andaluz  José-Carlos Mena Sánchez, y comenzó a leerlo.

Cuando miró el reloj, éste marcaba las 00.23 horas, y decidió dejar el libro en la mesilla e intentar descansar un poco. Eso sí, siempre pendiente de Palmira.

No había pasado ni una hora, o eso le había parecido a ella, cuando de repente escuchó balbucear a su amiga. ¡Estaba soñando, tal vez una de esas pesadillas que tanto maldecía!

Se acercó a ella, la abrazó y le dijo:

-          Tranquila Palmira, sólo es un sueño.

Macarena no lograba entender a la perfección lo que su amiga pronunciaba, parecían palabras sueltas, sin sentido…  Acercó más su oído a su boca y le pareció que pronunciaba nombres extraños, no entendía nada.

-          ¡Palmira!

Ahora la escuchaba con un poco más de claridad y puedo oír:

-          ¡No, no, por favor! ¡Idos, idos ya! ¡Rac Tac, mientes! ¡Noooo, Perseo! ¡No le hagas daño, Padawan! ¡Lastrum, Guille The People!

Macarena no daba crédito, ¿qué le estaba sucediendo a su amiga? ¡No sabía qué hacer! ¿Pero quiénes eran todos esos o “esas cosas”? No sabía muy bien ni cómo denominarlo…

Enseguida la zarandeó con un movimiento un poco más brusco con el fin despertarla.

-         ¡Palmira, despierta, sólo es una pesadilla!

Poco a poco fue abriendo sus ojos, fijándolos en los de su amiga, que estaba prácticamente subida a la cama.

Palmira se despertó sudorosa, su corazón palpitaba de un modo muy acelerado, sus manos temblorosas tomaron las de Macarena y con un hilo de voz le dijo a su amiga:

-          ¡Estas malditas pesadillas no me dejan vivir! Hace escasos días y, por primera vez, Andrea aparecía en alguna de ellas, junto con unos seres que insistentemente aparecen en mis sueños, y que, aunque sé que son imaginarios, a veces tengo la sensación de que quieren manejar mi existencia a su antojo.
Macarena la abrazó fuertemente y al oído le susurró:

-          Tranquila, ya ha pasado. Palmira, debes buscar un remedio a todo esto que desde hace muchos años te lleva torturando.

De pronto, Palmira tomó la mano de su amiga y le dijo con un tono impositivo:

-          Macarena, ponte enseguida en contacto con Máximo, él sabe algo que aún no me ha contado...


-          ¿Y qué puede ser, Palmira?

      By Tacones Cercanos
Tacones Cercanos

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