Empezaba a anochecer y Macarena permanecía al lado de su mejor amiga. Ese día, Palmira no había descansado mucho,
parecía inquieta, pero Macarena
prefirió no preguntarle. Después de todo lo que estaba aconteciendo, no era de
extrañar ese estado en su amiga.
Las
horas en el hospital se hacían largas, pero no quería separarse de Palmira. De hecho, pensaba que era el
lugar más seguro para ella ante tantos riesgos y amenazas. No cesaba de echar
la vista atrás y recordar esa vida tan sencilla y acomodada que ambas tenían no
hacía tanto tiempo, allá en Sevilla.
Mientras
la mente de Macarena volaba, Palmira giró su cabeza hacia su tan
preciada amiga y le preguntó:
-
Macarena,
la pasada noche soñé que estaba embarazada. Parecía tan real que me ha hecho
dudar. ¿Tú sabes algo?, sólo ha sido un sueño, ¿no?
-
Sabes que si yo
tuviese conocimiento de algo te lo diría, pero no me han comentado nada al
respecto. De hecho, es Máximo quién
está al tanto de tu evolución y quién habla a diario con la doctora.
-
No te preocupes
amiga, habrán sido esos malditos sueños que llevan tantos años perturbándome. Y
todavía no entiendo por qué siguen haciéndolo…
-
Tranquilízate Palmira, debes descansar. ¡Lo necesitas!
Casi antes de que Macarena pronunciase la última palabra, Palmira ya había cerrado los ojos.
A
Macarena la lectura le ha acompañado
toda su vida, quizá ha sido algo que heredó de su madre, y aun a pesar de la
huida tan inesperada de su casa, no le impidió cumplir con la manía de meter en
todos sus equipajes un libro. Realmente es lo primero que introduce para no
olvidarse de hacerlo. ¡Bendita manía!, pensaba mientras las horas se le hacían eternas
en el hospital.
En esta ocasión había metido en la maleta un
libro que un amigo le había recomendado, éste conocía al autor, con lo que el
éxito estaba garantizado. Lo tomó, se fijó en la portada y el título del libro,
“ENTUSIASMO, LA RECETA”, del autor
andaluz José-Carlos Mena Sánchez, y comenzó a leerlo.
Cuando
miró el reloj, éste marcaba las 00.23 horas, y decidió dejar el libro en la
mesilla e intentar descansar un poco. Eso sí, siempre pendiente de Palmira.
No
había pasado ni una hora, o eso le había parecido a ella, cuando de repente
escuchó balbucear a su amiga. ¡Estaba soñando, tal vez una de esas pesadillas
que tanto maldecía!
Se
acercó a ella, la abrazó y le dijo:
-
Tranquila Palmira, sólo es un sueño.
Macarena no lograba entender a la perfección lo que su amiga
pronunciaba, parecían palabras sueltas, sin sentido… Acercó más su oído a su boca y le pareció que
pronunciaba nombres extraños, no entendía nada.
-
¡Palmira!
Ahora
la escuchaba con un poco más de claridad y puedo oír:
- ¡No, no, por favor!
¡Idos, idos ya! ¡Rac Tac, mientes!
¡Noooo, Perseo! ¡No le hagas daño, Padawan! ¡Lastrum, Guille The People!
Macarena no daba crédito, ¿qué le estaba sucediendo a su
amiga? ¡No sabía qué hacer! ¿Pero quiénes eran todos esos o “esas cosas”? No
sabía muy bien ni cómo denominarlo…
Enseguida la zarandeó con
un movimiento un poco más brusco con el fin despertarla.
- ¡Palmira, despierta, sólo es una
pesadilla!
Poco
a poco fue abriendo sus ojos, fijándolos en los de su amiga, que estaba
prácticamente subida a la cama.
Palmira se despertó sudorosa, su corazón palpitaba de un modo
muy acelerado, sus manos temblorosas tomaron las de Macarena y con un hilo de voz le dijo a su amiga:
-
¡Estas malditas
pesadillas no me dejan vivir! Hace escasos días y, por primera vez, Andrea aparecía en alguna de ellas,
junto con unos seres que insistentemente aparecen en mis sueños, y que, aunque
sé que son imaginarios, a veces tengo la sensación de que quieren manejar mi
existencia a su antojo.
Macarena la abrazó fuertemente y al oído le susurró:
-
Tranquila, ya ha
pasado. Palmira, debes buscar un
remedio a todo esto que desde hace muchos años te lleva torturando.
De
pronto, Palmira tomó la mano de su
amiga y le dijo con un tono impositivo:
-
Macarena,
ponte enseguida en contacto con Máximo,
él sabe algo que aún no me ha contado...
-
¿Y qué puede ser, Palmira?
By Tacones Cercanos
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