Sentía que había
consumido toda una vida desde su llegada a Venecia, sin embargo tan sólo habían
transcurrido dos meses.
Sesenta días llenos de
sobresaltos y malos presagios. De todo lo sucedido al menos ya tenía claras
varias cosas. Había roto su compromiso con Máximo y le había devuelto la
alianza, se consideraba una mujer honesta y a la vista de la respuesta de su
cuerpo ante la simple visión de Martín y Andrea, era evidente que su amor hacia
él no era lo suficientemente fuerte.
Sabía, y no era una simple
intuición, que Alison ocultaba algo. A pesar de que en todo momento se mostraba
solícita con ella en su tarea de mentora, no era menos cierto que gracias a
ello conseguía controlarla, hasta tal punto que nunca pudo reunirse con Daniel
en los Cañones y a él, curiosamente lo habían vuelto a destinar a la casa de
Malta. Además estaba el misterioso nombre que llevaba tatuado en su muñeca
¿quién era Lucas y qué significaba en la vida de aquella extraña mujer?
De las dos recepciones,
la que tuvo lugar el mismo día que llegó a Venecia y la que sus padres
organizaron dos días después, justo cuando llegaron de Pamplona, lo único que
había sacado en claro era que no estaba acostumbrada a una vida tan glamurosa.
El agotamiento y la cercanía de ambos eventos la habían hecho cometer la
imprudencia de mezclar un relajante para dormir con alcohol y según el doctor,
ese había sido el motivo por el que Andrea la encontró sin sentido sobre el
suelo del baño.
El equipaje por fin había
aparecido una semana después. Tener sus pertenencias le daba una seguridad casi
infantil.
También había descubierto
algo que desconocía, hacía un año que sus padres habían decidido convertir el
hogar familiar, el Palazzo, en un hotel de lujo reservando para ellos las
dependencias del piso superior. Cuestiones fiscales le explicaron.
Sus padres y sus bellos
nombres judíos cargados de significado: Levi, el que acompaña y Razzi, la
secreta. ¡Qué poco tiempo había podido disfrutar de ellos! Dos días después de
llegar de Pamplona se habían vuelto a ir y
sólo tuvo una pequeña oportunidad de hablar con su madre en el desayuno,
justo el día que se iban. Quiso preguntarle sobre la carta, pero Razzi era
experta en evitar conversaciones, se limitó a sonreirle y decirle que estaba
muy orgullosa de ella por haber aceptado hacerse cargo de los negocios
familiares. Su padre, había tenido la delicadeza de besarla en la mejilla al
subir al taxi camino al aeropuerto y susurrarle "sigue las indicaciones de
la Señora Clayton y no cuestiones nada".
Desde el incidente del
baño, Andrea se mostraba cortés pero distante y Martín una semana después de la
última gala había regresado a Chicago, con lo cual muchos interrogantes
quedaron sin respuesta para Palmira: ¿Quién era el AMO? ¿Por qué se hacía
llamar de ese singular y siniestro modo? ¿Qué planes eran aquellos que Martín
le había dicho en la terraza que tenía para ella?
Tomó la carpeta de piel
que Andrea le había dado en el taxi el día que la recogió en el aeropuerto y
volvió a intentar comprender el entramado empresarial que sus padres poseían,
toda aquella documentación legal la volvía loca ¡ella era Licenciada en Bellas
Artes no en Administración de empresas!
By Hraeslvelgr
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