Esa mañana, el cielo
estaba completamente limpio en la ciudad del viento. Martin tenía su despacho en
una de las últimas plantas del edificio Hancock. En días como aquel era fácil divisar
en el horizonte los estados de Indiana, Wisconsin y Michigan con total nitidez.
Desde los acontecimientos
del 11S no le agradaba estar en una torre tan emblemática y a tanta altura.
También recordaba, frecuentemente, el incendio que se produjo hacía unos años en
la planta 50. La familia Caelum, para la que trabajaba, había alquilado en ese rascacielos
espacio suficiente como para poner la base de operaciones para la expansión del
negocio en el mercado del continente americano y su vivienda como Director de
Expansión. Un loft con diseño nórdico minimalista, pero al que no le faltaba
ningún detalle para crear un ambiente acogedor.
El tener su vivienda
junto al despacho, más las siete horas de diferencia entre Venecia y Chicago, solía trabajar más horas de las habituales.
Martin tenía la capacidad
de trabajo y altura de su padre americano. Por el contrario, su estilo y belleza latina de ojos verdes, los heredó de
su madre italiana.
Se graduó en Derecho en
Stanford y realizó un posgrado de negocios en la misma universidad, más por
deseo de su padre que por propio interés. Pero realmente lo que le gustaba era
el mundo de las piedras preciosas y el diseño de joyas, por lo que más tarde se especializó en
gemología.
Parece que fue ayer
cuando trabajaba en Manhattan en la calle 47, entre la Quinta y la Sexta
Avenida, en un negocio de judíos ortodoxos que comerciaban con diamantes. Pero
todo cambió el día que recibió una oferta económica que no pudo rechazar. El hombre que le ofreció la oportunidad de trabajar para la familia Caelum, referentes europeos en joyería a nivel
europeo, permanecería siempre en su recuerdo.
Eran muy normales las
comunicaciones a altas horas de la
madrugada, y aquella mañana Martin encendió su ordenador y comprobó que
había recibido a las 3:00 a.m un correo
de su central. En el asunto una única palabra: Nombramiento. Bajó el cursor de
su ratón a gran velocidad pues quería saber
el contenido del mail. Era una convocatoria para una reunión dentro de
tres días en Venecia, donde se presentaría, como nuevo miembro del Comité de
dirección, a Palmira Caelum. Además, incluía unas tarjetas de embarque de
Chicago a Venecia con escala en Londres, y reserva en un hotel
de lujo junto a la Plaza de San Marcos.
Nunca había oído hablar
de ella y le picó la curiosidad. Introdujo el nombre en un buscador y
únicamente figuraba su foto en una
noticia. “Palmira Caelum acude al
funeral de su tutor y mentor tras ser
enterrado con todos los honores e ínfulas de su alto linaje”. No se lo podía
creer, ya que el fallecido era la misma persona que años atrás le contrató para
su nuevo trabajo.
Le pareció una mujer
atractiva, con una melena rojiza espectacular y muy enigmática ya que no encontró más noticias sobre ella ni
perfiles en redes sociales.
Desde ese momento no paró
de pensar en Palmira, aquella mujer que iba a asumir el control de los negocios
en la empresa, y en la coincidencia en su
nexo de unión.
¿Casualidad?
By Vestigium
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