Intentó abrir los ojos
pero se negaban a obeceder.
Se sentía aturdida, como
si una nebulosa ocupase todo su cerebro y fuera incapaz de coordinar sus
sentidos. En la lejanía, podía percibir una especie de letanía que se repetía
constantemente, como la gota que golpea la roca y, a base de constancia,
consigue romperla.
Agudizó el oído…¿Eran
sollozos lo que escuchaba? Intentó moverse más…tampoco lo consiguió. El corazón
comenzó a latirle con demasiada fuerza, notaba como le palpitaban las venas de
la sien.
¡Palmira, respira hondo,
estás teniendo una pesadilla! -se dijo- ¡Tranquila, estás sufriendo una
parálisis del sueño! ¡Tiene que ser eso!
De repente, sintió como
se le congelaba la vida, cuando una corriente de aire le susurró:
-¿Acaso no vienes a
servir al amo?
- Andrea, ¿eres tú?
-preguntó al vacío- El silencio fue la respuesta.
- ¡Despierta! Intentó
gritar, pero lo único que conseguía era balbucear, la tartamudez había
regresado. Desde lo sucedido a los seis años cuando Isaac, su tutor, la
encontró, de madrugada en el jardín, aturdida y llena de arañazos, cada vez que
se estresaba, su cerebro y su boca se negaban a coordinarse. Nunca supieron qué
le había pasado, su mente guardaba, en algún recóndito lugar, la memoria de un
suceso que jamás debió ocurrir. La tartamudez era el mudo testigo que le
recordaba que, algún día, todo volvería a empezar de nuevo, quizá en otro
jardín, quizá en otra ciudad.
¡Despierta Palmira! Otra vez los sollozos.
- Hola, ¿hay alguien ahí?
- ¿Alguien ahí?
- ¿Alguien ahí?
- ¿Quién eres?
- ¿Eres?
- ¿Eres?
- ¿Qué lugar es este?
- ¿Es este?
- ¿Es este?
- Por favor, ¡no te
burles, estoy asustada!
- Burles…asustada
- Burles…asustada
- ¿Conoces a Andrea?
- Shhh
- Shhh
- ¿Por qué? ¿Qué ocurre?
- Se enfadarán y en la bañera te meterán
- Se enfadarán y en la bañera te meterán
- ¿Dónde estás?
- Al lado del otro que está bajo quien farfulla en las noches
- Al lado del otro que está bajo quien farfulla en las noches
- No te entiendo
Una especie de fogonazo
la hizo callar, algo la había deslumbrado en su impuesta ceguera. ¿Y si estaba
despertando? ¡Sí! Seguro que era eso. Se concentró en sus párpados y, poco a
poco, comenzó a notar como estos temblaban levemente.
-¡Despierta Palmira, un
pequeño esfuerzo más! Podía ver una delgada línea de luz a través de sus
pestañas. Abriría los ojos de par en par y estaría en la habitación del
Palazzo. Se dio cuenta que no recordaba cómo era. Sonrió. ¡Menuda pesadilla
había tenido! Se echó las manos a los ojos para frotarlos y despabilarse pero
no pudo, aún no le respondían. No pasaba nada, no era la primera vez, conocía
muy bien lo que era capaz de hacer la parálisis del sueño. Recordó las
vacaciones en Marbella con Rina, cuando se despertó gritando y los vecinos de
la habitación de al lado habían llamado a recepción. Esa fue la primera vez, y
por desgracia, no la última.
-¡Despierta ya! Y abrió
los ojos. Estaba tendida sobre la cama, aquello no parecía la habitación de un
Palazzo. Seguía sin poder mover los brazos. Giró la cabeza hacia abajo y,
desconcertada, descubrió que llevaba puesta una camisa de fuerza.
By Hraeslvelgr
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