Andrea vuelve a guardar
el móvil en el bolsillo, y sigue atento al trazado de la carretera que, poco a
poco, se iba plagando de curvas.
-¿Qué pasa, Andrea?
-pregunta Palmira
-Nada, sólo es un mensaje
de Nana. Dice que nos esperan en el lugar acordado.
-¿Seguro que no pasa
nada? Pareces preocupado.
-No es nada, en seguida
nos reuniremos con ellas.
Mientras, a unos cuantos
kilómetros de distancia, Nana y Alison repartían sus miradas entre la estancia
y la niña. Estaban inquietas y no sabían por qué. Una sensación extraña invadía
sus cuerpos. Notaron unos ruidos en el exterior, y se miraron alarmadas.
-¿Lo has oído? -comenta
Nana.
-Seguramente no será nada.
-responde Alison.
-No estoy tranquila,
tengo un mal presentimiento.
-Yo tampoco, pero será
mejor que nos calmemos o terminaremos por alarmar también a la niña.
-Lo intento, pero este
lugar, tan…, umm, lóbrego, consigue ponerme de los nervios.
En el exterior, un
comando compuesto por tres hombres, organiza su plan sobre el terreno, con el
fin de hacerse con “El diamante”. Tras haber vigilado de manera exhaustiva el
entorno, llegan a la conclusión de que es el momento. No tienen compañía, sólo
están las dos mujeres adultas y la pequeña. En principio, nada puede salir mal.
-Vamos a volver a repasar
el plan. -comenta el primero de ellos.
-Yo bloquearé la salida
posterior, mientras tú tratas de entrar por la ventana. -dice el segundo.
-Yo, entonces, me encargo
de la entrada principal. -replica el tercero.
-Recordad
que el error no nos está permitido. No quieren testigos. Las adultas han de ser
eliminadas. Repito, la orden es eliminar a las adultas.
-Vuelve a recalcar el primero que, a todas
luces, parece el cabecilla de la operación.
Justo
cuando los tres hombres se separan para llevar a cabo el plan, son vistos por
Nana que, de la impresión, siente que le falta el aire y está a punto de
trastabillar y caer al suelo.
-¿Qué
ocurre, Nana?
-Son
tres, parecen ..., vienen, ¿qué vamos a hacer?
-¿Qué
dices?, cálmate, no logro entenderte.
-Tres
hombres. Uno viene directamente hacia nosotras, los otros se han ido por la
derecha. Joder, ¿qué hacemos? Estamos jodidas.
-No,
si les impedimos la entrada. Recuerdas que este lugar ya tiene unos cuantos
lustros. Es una edificación antigua, las paredes son gruesas. Y, las puertas,
de madera de roble, con cerrojos que soportan más de un empellón.
Cuando
el cabecilla del comando se dispone asaltar la vivienda a través de la ventana,
un coche a toda velocidad hace su entrada en el recinto.
-Abortar
operación. Repito, abortar operación. Volved al lugar de encuentro.
Apenas
detenido el vehículo, Andrea y Palmira se dirigen, a la carrera, hacia la
planta baja del edificio. Llaman a la puerta y, han de insistir con los golpes
y con gritos, hasta que Alison les abre la puerta.
-Ya
estamos aquí. -dice Andrea.
-Pasad,
rápido. Creo que tenemos compañía. -comenta Alison.
-¿Compañía?
-Sí,
Nana dice haber visto a tres individuos que se acercaban al edificio.
-Nosotros
no hemos visto a nadie. -dice Palmira.
-Voy
a salir a comprobarlo. -responde Andrea.
-¡Ten
cuidado! -dicen las tres al unísono.
Andrea,
que no las tenía todas consigo, da un par de vueltas por las inmediaciones,
antes de volver a la vivienda.
-Hemos
de irnos. No hay nadie, pero sin duda, ha habido alguien por aquí hace poco. He
descubierto varias colillas que no deben de llevar mucho tiempo ahí.
A
un par de kilómetros de distancia, en un todoterreno negro, el conductor se
dirige a sus dos compañeros:
-Nos
van a matar, los Poncianos nos van a matar.
By Txiqui
Txiqui |
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