Después
de hablar con sus padres, Palmira se va a dormir, pensando que la almohada
podrá poner las cosas en su sitio y encajar las piezas del puzzle de su vida.
Se
da cuenta de que, desde la muerte de Isaac, toda su vida se ha puesto patas
arriba y no consigue contestar un interrogante, cuando aparecen tres o cuatro
más a la vez, y decide coger el toro por los cuernos.
Desde
su llegada al Palazzo, no han parado de pasar cosas desagradables y horribles:
muertes, secretos, personas infiltradas… Se da cuenta de que puede confiar en
muy pocas personas en esta nueva vida, y todas ellas acaban muriendo. Andrea
parece una muy buena persona, tan atento y amable, pero hay algo en él que no
termina de convencerla.
Desde
que era niña, siempre sabía en qué personas podía confiar y qué otras personas
debía evitar a toda costa. Sin embargo, en la familia Caelum, en su familia,
todo era tan siniestro y oscuro, que bien podría estar confundiéndose con
Andrea.
Con
todos estos pensamientos, decide acostarse y dejar que el nuevo día pusiera
cada cosa en su sitio, o al menos, esa era su esperanza…
¡BOOM
¡ CRASHHHHHH…
Palmira
se levanta sobresaltada. Eran las dos de la mañana. Algo había sido lanzado a
su ventana, la había roto y había caído a la altura de sus rodillas. Era una
simple piedra, marrón, suave y con varias aristas. Nunca había visto algo así
en su vida. La palpa y ve como de uno de los lados se acciona un mecanismo.
Le
aparece un pequeño papel rugoso. Lo abre y se encuentra con la inconfundible
letra de su madre. El mensaje escrito la deja perturbada: “PALMIRA CARIÑO SAL
AHORA MISMO DE AHÍ. ESTÁS EN PELIGRO. NOS VEMOS EN SEVILLA. “
Después
de leer el mensaje, queda inmóvil durante varios minutos. Siente como si alguien
fuera a tirar la puerta abajo con tantos golpes.
-
Señorita Palmira,
¿está usted bien?
-
¿Quién es?
-
Soy Andrea, he
sentido el ruido y he venido a comprobar si estaba usted bien.
-
Muchas Gracias,
contesta Palmira, todo perfecto. Nos vemos mañana, ahora estoy muy cansada.
Siente
los pasos de Andrea, alejándose de la puerta y del pasillo.
Inmediatamente
decide vestirse, coge el bolso, una pequeña maleta de viaje y su documentación.
Baja por las escaleras del Palazzo lo más sigilosamente que puede, y sale fuera
a la fría y oscura noche. Con la luna llena como acompañante, decide llamar a
un taxi rumbo al aeropuerto para poner su vida a salvo.
By Osoamoroso
Osoamoroso |
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