Alguien llamó a la
puerta. Intentó despertarse de un sueño profundo, pero no era capaz de tirar de
su propio cuerpo. Volvieron a insistir. Cada vez con más insistencia. Toc, toc,
toc.
Quería pero no podía
abrir los ojos, ni siquiera la voz del cuerpo le salía. No sabía qué le pasaba.
Solo sentía un fuerte dolor de cabeza y un aplanamiento que no le dejaba
funcionar su cuerpo con normalidad. No sabía qué hora era, ni siquiera donde
estaba. No sabía quién llamaba a la puerta, ni qué quería.
¡¡Señora, señora
despierte!! ¡¡Son más de las 7 de la tarde!! ¡¡Abajo la están esperando!!
Por un instante, recordó
que su aturdimiento se debía al relajante que se tomó a media noche para poder
dormir, pues los acontecimientos que estaban sucediendo en su vida de forma
trepidante, le hacía tensionarse mucho.
Empezó a mover las
piernas lentamente, luego las manos, seguidamente pudo girar su cuerpo hacia un
lado. Movió la cabeza con mucho esfuerzo. Por fin pudo abrir los ojos. Por un
instante se quedó mirando fijamente al reloj de mesa que estaba a su derecha.
La 7.30h. ¡¡Puff, no
podía demorarse más!! Abajo la esperaban para ir a la cena de gala. De un
plumazo se incorporó.
Recordó que sus padres
venían para reunirse todos en la cena donde posiblemente le presentaría a todo
un elenco de personajes con los que tendría que tratar en un futuro para poder
tomar las riendas de la empresa que con tantos años de esfuerzo había levantado
sus padres.
Un escalofrío recorrió su
cuerpo. No sabía por qué ahora, después de tanto tiempo, querían traspasarle el
mando de un negocio que apenas conocía. Sentía un vértigo irrefrenable que le
hacía casi perder la respiración ante tanta responsabilidad. Pero en cierta
manera le tranquilizaba saber que iba a tener cerca a Martín, ¿O no? Porque
cada vez que lo veía, un ligero mariposeo se posaba en su estómago y le dejaba
la razón casi anulada. Por otro lado estaba Alison, ella quizás pudiera
ayudarla a entender todos los entresijos del negocio familiar pero sentía que
no era trigo limpio. Algo escondía en esa mirada fría y calculadora.
Abrió el ropero y se
quedó mirando pensativa. No sabía muy bien qué ponerse. Pues no sabía cómo
arreglarse a un evento de tal magnitud a los que no había ido nunca. Bueno,
cuando tenía quince años sus padres hicieron una fiesta de gala para presentar
a su hijita a la sociedad italiana y mundial, pues recordaba que también
vinieron de Estados Unidos y de otros países europeos.
También le ponía nerviosa
volver a encontrarse con sus padres después de tanto tiempo. No sabía qué
esperaban de ella ahora. Ni cómo debía reaccionar cuando los viera, pues la
relación que mantenía no era muy cariñosa ni afectiva. Se sentía insegura.
Por AMSHU.
Amshu |
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